DAT.- El tema es uno de los más señalados y, a la vez, de los más soslayados. Buscar que el instrumento que le da vida jurídica a nuestro país pueda llevarlo al paso de los avances del mundo es una de las tareas que vamos a impulsar decididamente en la Asamblea Nacional de Diputados.

¿Por qué hay que hacerlo? Sencillo. Porque en materia constitucional, Panamá se ha quedado atrás, con un rezago de 20 años, con respecto a la modernización de su Estado y las instituciones que lo conforman.

Hagamos memoria. La última modificación a la Carta Magna panameña se dio en octubre de 2004; algunos de los asuntos que se abordaron en este Acto Legislativo primaron sobre temas electorales, sin tocar los temas más sensitivos en los que se requerían cambios profundos. Fueron parches, remiendos, fue como hacerle un zurcido a un pantalón desgastado, para poder usarlo un poco más.

Han paso 20 años desde aquel Acto Legislativo. El mundo, y con él nuestro país, ha sufrido cambios sustanciales. Aquellos zurcidos ya se desgastaron. La Constitución Política de la República de Panamá llegó al momento en que se requieren cambios integrales, cambios sustanciales, profundos, no remiendos ni maquillajes.

La población panameña tiene necesidades muy distintas a las que tenía hace dos décadas. Es necesario legislar para que se actualice el alcance de la Constitución Política en los asuntos que constituyen los principios básicos de la organización de Estado panameño, en torno a las garantías esenciales de sus ciudadanos y el desarrollo de las instituciones públicas del país.

Necesitamos legislar por una nueva Constitución Política, que vaya de la mano con los tiempos presentes y futuros, con la existencia de los órganos de autoridad del país, sus facultades, limitaciones, así como los derechos individuales y la forma de hacerlos efectivos.

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Para que Panamá logre formalizar ese cambio, y adecuarse a los tiempos actuales y futuros, con todo el interés de ser un país de primer mundo, es necesario, es imperativo e insoslayable contar con una nueva Constitución Política, que represente el sueño de país que tenemos los panameños, de contar con un instrumento de desarrollo, de paz y de unidad.

En estos últimos puntos precisamos de una mirada a nuestro entorno. Cito para ello el caso de la República de Chile, que ha pasado los últimos años tratando de llevar adelante, sin éxito, cambios en su Constitución Política.

Fueron dos intentos fallidos. El último de ellos, en 2023. No lo lograron, porque no desarrollaron esa empatía necesaria para unirse y crear un documento que protegiera sus derechos ciudadanos y les creara mayores oportunidades.

Nuestra propuesta de hacer una nueva Constitución Política para nuestro país se enmarca dentro de la concepción de una Asamblea Constituyente originaria, en donde se escoja a los mejores hombres para construir una Constitución Política robusta, actualizada y libre de la injerencia de los políticos y sus apetitos e intereses propios.

La Asamblea Nacional de Diputados debe continuar con su trabajo legislativo, y la Asamblea Constituyente originaria debe darnos una nueva Carta Maga, que ha de llevarlos hacia la modernización y actualización del Estado panameño, con un futuro próspero.

Por Josi Fares





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