La creciente regulación en materia de sostenibilidad exige a las empresas del sector de la construcción adaptarse a los requerimientos nacionales y europeos. Esta transición pasa por la integración de buenas prácticas en todas las operaciones asociadas a la construcción, desde la adquisición de los recursos, pasando por los procesos de fabricación e instalación, hasta el consumo de energía del edificio una vez habilitado para su uso.
En este artículo exploramos los desafíos a los que se enfrentan las empresas del sector e identificamos qué pueden hacer para garantizar un menor impacto ambiental en todas las fases de su actividad.
Fomento de la diligencia debida
Uno de los grandes retos del sector de la construcción es responder a tiempo a las exigencias del mercado sin poner en juego la sostenibilidad del entorno. Para lograrlo, las empresas deben aplicar medidas para detectar, prevenir, mitigar y eliminar impactos negativos contra el medioambiente y los derechos humanos en su cadena de valor, realizando un monitoreo del proceso para establecer correcciones en caso necesario.
Recientemente, el Parlamento Europeo aprobó la Directiva que busca obligar a las empresas a velar por el respeto de los derechos humanos y el medio ambiente en sus cadenas de suministro. La Directiva de Diligencia Debida sobre Sostenibilidad Corporativa establece una serie de obligaciones para las grandes compañías en este ámbito, tanto en sus propias operaciones como en las de sus subsidiarias y socios empresariales.
La gestión responsable de proveedores es uno de los pasos más importantes para el cumplimiento de esta normativa, por su gran impacto en la cadena de suministros de los fabricantes de materiales y las constructoras. Extender las prácticas sostenibles a los colaboradores permite controlar los riesgos y alinear las compras conforme a los criterios ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza). Para hacer esto más sencillo, lo recomendable es fomentar la producción y el consumo de proximidad, seleccionando a empresas locales y creando relaciones de confianza que fomenten la colaboración.
La importancia de ser transparentes
A medida que las empresas de construcción y los diversos actores de su cadena de suministro se comprometen con la sostenibilidad, surge un problema cada vez más relevante: el greenwashing. Este término se refiere a la presentación de información o acciones de forma que parezcan más ecológicas o sostenibles de lo que verdaderamente son, para mejorar la imagen pública de la empresa sin cambios significativos en sus prácticas.
Las afirmaciones de sostenibilidad pueden ser difíciles de verificar para los consumidores y las partes interesadas, como es el caso de los estudios de arquitectura. Esto puede conducir a una percepción errónea sobre el verdadero impacto ambiental y social de un proyecto o producto, lo que a su vez socava la confianza en las iniciativas realmente sostenibles.
La Declaración Ambiental de Producto (DAP) permite catalogar la huella ambiental de un producto a lo largo de su vida útil en función de una serie de parámetros estandarizados a nivel internacional. Gracias a esta certificación, las empresas ponen a disposición de los usuarios información fiable sobre el ciclo de vida de sus productos, analizada por una tercera parte independiente, promoviendo el consumo responsable y sostenible.
Los sellos de sostenibilidad son concedidos por las agencias de calificación y reconocen a las empresas que demuestran la integración de los criterios ESG en su actividad y en la de todos los agentes que intervienen en su proceso de producción. Para los fabricantes de materiales para la construcción, la obtención de estos certificados, como las medallas de EcoVadis, otorga confianza a los arquitectos a la hora de adquirir materiales para sus proyectos.
Para abordar este problema, la Unión Europea aprobó el 17 de enero la Directiva 2023/0085(COD) sobre justificación y comunicación de afirmaciones ambientales explícitas, también conocida como Green Claims Directive. Esta nueva norma tiene como objetivo establecer criterios comunes contra el blanqueo ecológico y las declaraciones medioambientales engañosas de algunos productos, aplicando un mayor control y transparencia a esas etiquetas.
Así, cuando las empresas decidan presentar una declaración ecológica sobre sus productos o servicios, tendrán que respetar unas normas mínimas sobre la manera de fundamentarlo y comunicarlo. Además, se regularán las etiquetas medioambientales para garantizar que sean fiables y veraces en todo el territorio europeo. Esta iniciativa busca proteger a los consumidores, permitiéndoles tomar decisiones de compra mejor informadas, e impulsar la competitividad de las empresas que realmente se esfuerzan por integrar la sostenibilidad medioambiental en sus productos.
En sintonía con esta Directiva, en España, el Gobierno ha iniciado la tramitación de la Ley de Consumo Sostenible, que busca identificar como prácticas desleales aquellas alegaciones medioambientales genéricas sobre un bien que no cuenten con un respaldo científico, con el objetivo de proteger al consumidor. La futura ley pretende que los compradores puedan consultar información clara y veraz sobre los productos que están en el mercado y prohibir las afirmaciones sin fundamento de las empresas sobre buenas prácticas ambientales.
Hoja de ruta en sostenibilidad para la construcción y la ingeniería
Precisamente, la semana pasada el grupo de trabajo de construcción e ingeniería impulsado por el Pacto Mundial de la ONU España publicaba sus conclusiones para la hoja de ruta en sostenibilidad para las empresas del sector. El contenido de este documento pretende establecer líneas de actuación, entre las que destacan la gestión de la cadena de suministro y la consolidación de sistemas de transparencia, para abordar los desafíos ESG y cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El estudio del grupo, conformado por un total de 27 empresas, detecta diez palancas transformadoras clave para asegurar la sostenibilidad tanto social como medioambiental. En relación con el segundo punto, se definen cuatro líneas estratégicas:
Contenido
1. Promoción de la eficiencia energética y la descarbonización
El gran volumen de emisiones de las que es responsable el sector de la construcción engloba a toda la cadena de valor: desde el suministro de materias primas, pasando por la fabricación de productos, su transporte y hasta la propia obra. Por ello, la neutralidad climática únicamente se puede conseguir si se fomenta la descarbonización de manera integral, teniendo en cuenta todas sus etapas y considerando tanto las emisiones directas como las indirectas.
2. Impulso de la circularidad en los materiales de construcción
Según datos de la Comisión Europea, la extracción de materias primas y su proceso de fabricación genera entre un 5% y un 12% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global. Es importante tener en cuenta que la sostenibilidad de los materiales no solo abarca su fabricación, sino también su uso, reciclaje o desecho. En este sentido, la economía circular destaca como la alternativa para reducir el efecto negativo de los materiales en el medioambiente durante toda su vida útil, permitiendo limitar los residuos generados y reutilizar las materias existentes.
3. Reducción de los residuos generados en toda la cadena de valor
Según datos de Eurostat recogidos en un estudio elaborado por la ONU a finales de 2022, la Unión Europea genera anualmente más de 2.135 millones de toneladas de residuos. Con el objetivo de combatir esta mala práctica, tanto en el ámbito español como en el europeo se han aprobado diversas medidas que obligan a separar los residuos en obra. Para ello se requiere una mejor trazabilidad y transparencia en la gestión previa de los residuos, en la que la digitalización y la formación de los agentes implicados en la cadena de valor adquieren un papel clave.
4. Innovación y digitalización
La incorporación de innovaciones tecnológicas permite reducir la huella de carbono, limitar la contaminación y promover la eficiencia energética. Algunas metodologías destacadas son el Building Information Modeling (BIM), un sistema colaborativo que permite un mayor control de toda la información de un proyecto, o el Blockchain, que ayuda a registrar información medioambiental, como la huella de carbono o el índice de reciclabilidad de los materiales.
A la vez que se inician estas líneas estratégicas, es indispensable que se promuevan espacios de diálogo entre los agentes involucrados en el proceso constructivo, desde el diseño hasta la ejecución, para intercambiar conocimiento y favorecer los impactos positivos. De esta manera, se podrán establecer sinergias que mejoren los servicios o el producto final y garanticen la sostenibilidad en toda la cadena de suministro.
Fuentes
Directiva sobre la diligencia debida de las empresas en materia de sostenibilidad (Comisión Europea)