Esta semana hemos conversado con Gabriela Sanz, gerente y fundadora del estudio Arquitectura Verde, que nació como un blog de investigación sobre temas de sostenibilidad. En 2008 se convirtió en un estudio colaborativo formado por profesionales que comparten una visión global sostenible. Hasta la actualidad, han liderado más de un centenar de proyectos públicos y privados en España, Latinoamérica y Estados Unidos. Además, el estudio ha sido premiado en 11 ocasiones a nivel internacional por su contribución a la arquitectura.
Entrevista
¿Cómo y cuándo nace el estudio de arquitectura?
Como empresa formalmente inscrita nace en 2013; como colectivo que realiza proyectos sostenibles 5 años antes, en 2008; y como blog de investigación en temas de sostenibilidad relacionados con la arquitectura en 2002 (cuando todavía yo estaba estudiando la carrera). Podríamos decir que poco a poco mi temprana inquietud personal en relación con la arquitectura verde (en una época en la que todavía se cuestionaba si existía o no el cambio climático y había poco interés del sector académico por la arquitectura sostenible) fue transformándose en una forma de trabajar y en un compromiso activo con mi entorno y mi desarrollo profesional. Poco a poco fui formando un equipo que también estaba interesado en estas cuestiones y entre todos hemos ido consolidando el estudio de Arquitectura Verde.
¿Cómo es vuestra metodología a la hora de afrontar los proyectos?
Nuestra metodología parte de un ejercicio de conceptualización comprometido y consciente con el entorno ambiental, social y cultural. Se realiza una investigación previa acerca de las condiciones ambientales específicas de cada encargo (paisaje, naturaleza, ciudad, clima, luz y materialidad), los condicionantes sociales (usuario directo e indirecto, barrio, sociedad y nación) y las condiciones culturales (simbología, normativa, práctica local, forma de construir local y presupuesto material). De esta investigación se extraen las ideas clave o las que más pueden influir en el diseño y, a partir de ahí, con una metodología muy similar al design thinking, vamos conceptualizando y desarrollando las propuestas.
¿Existe algún material sostenible por el que sintáis predilección? ¿Por qué?
A mí personalmente me encantan las posibilidades de la madera, porque es un material vivo que puedes cultivar y cuya producción está muy unida a un desarrollo forestal y ambiental. Desgraciadamente no la hemos podido utilizar mucho en nuestros proyectos construidos, por habernos ubicado en entornos donde este material no era accesible por cuestiones físicas y económicas. Ahora creo que vamos a poder utilizarla por fin en nuevos encargos a través de nuestra propuesta de «cabrañas digitales«, pero en verdad intentamos no anteponer nuestros gustos personales o preferencias en los diseños arquitectónicos. Es por ello que cada lugar, cada cliente y cada proceso constructivo nos pide un material sostenible diferente. La propia madera puede ser, por ejemplo, el material menos sostenible del mundo si procede de explotaciones ilegales de la Amazonia y encima lo transportamos miles de kilómetros para su transformación e implantación en países más desarrollados.
Habéis liderado proyectos en ámbitos muy diversos (comercio, educación, espacio público, vivienda…), ¿cómo abordáis los desafíos específicos que supone la introducción de la arquitectura sostenible en cada tipo de espacio?
Es cierto que hemos tenido la suerte de poder abordar proyectos de muy diferente escala, uso y condición. Creo que nuestra implantación inicial en Perú, de la mano de no haber perdido nunca la comunicación y el desarrollo de proyectos en paralelo en España, nos ha permitido tener una visión más amplia de la arquitectura. Por ello es que en la metodología de proyecto es importante para nosotros esa investigación ambiental, social y cultural que comentábamos antes. La primera premisa para ciertos proyectos es que sean viables. En entornos en vías de desarrollo muchas veces el éxito reside simplemente en que pueda llegar a avanzar un proyecto y no se quede parado por conflictos sociales. Por ello ponemos el acento o nuestro esfuerzo en diferentes cuestiones dependiendo de cada uso y cada cliente.
Nos gusta ese lema de los inicios de la sostenibilidad de «piensa global y actúa local». En verdad actualmente tenemos acceso a mucha más información que antes y podemos aprender de muchos lugares y muchas experiencias de diferentes partes del mundo, por lo que esa práctica de «piensa global» se puede enriquecer mucho más que en generaciones anteriores. A su vez, la construcción sigue siendo una práctica muy local, porque moviliza recursos materiales y mano de obra en el lugar, y por ello siempre va a estar ligada a una «actuación local».
Vuestros diseños arquitectónicos están presentes tanto en zonas rurales como urbanas, ¿qué dificultades apreciáis a la hora de integrar la sostenibilidad en la construcción en ambos tipos de entornos?
Depende mucho de qué entornos urbanos o rurales sean. Si hablamos del entorno rural de los 30 colegios que desarrollamos en Huánuco en la zona de la sierra de Perú, hablamos de entornos de difícil acceso, de difícil comunicación, de inexistencia de servicios básicos como luz, agua, desagüe y con una población muy joven de familias con muchos niños pequeños y una baja tasa de escolarización. Una ruralidad muy diferente a los pueblos abandonados de Castilla y León en España, que cuentan con todos los servicios necesarios básicos, muchos con buena comunicación por carretera con ciudades de mediano tamaño, pero que se han quedado sin gente, con una población muy envejecida y con redes que empiezan a ser completamente deficitarias por abastecer a muy pocas personas. Estas dos condiciones rurales no tienen nada que ver si pensamos en cómo integrar estrategias de desarrollo sostenible. Por ello es que me parece difícil generalizar entre zonas rurales y urbanas.
Quizá podríamos decir que, en general, el acceso a fuentes de energía renovables orientadas a una autosuficiencia energética permite una independización de las poblaciones respecto a los núcleos urbanos. También podríamos decir que la densidad siempre nos permite compartir recursos y hacer más eficientes los sistemas (por ejemplo, un sistema de renovación de aguas grises con una pequeña depuradora funciona mejor con un número mínimo de usuarios, o un sondeo para energía geotérmica tiene sentido a partir de ciertos m² de edificación, porque si no es un sistema demasiado difícil de amortizar). Me atrevería a decir que las dificultades casi siempre son más económicas y de cambio de mentalidad en ambos entornos.
El estudio tiene experiencia en gestión de proyectos a nivel internacional, ¿qué diferencias existen entre la visión de la arquitectura sostenible en España en comparación con la de otros países?
España, por pertenecer a la Unión Europea, dispone de ciertos recursos y ayudas que otros países en Latinoamérica no tienen. Eso hace que se impulsen ciertas tecnologías (también porque se convierten en un negocio rentable) y se popularice el uso, por ejemplo, de aerotermias y placas solares, que en otros lugares serían mucho más caras.
Recuerdo que en mi fin de carrera de la universidad proponía el uso de bombas de calor para refrigeración y calefacción de viviendas con suelo radiante, que aprovechaban la masa térmica de una piscina comunitaria. En aquel momento encontré muy poca información al respecto. Sin embargo, ahora las aerotermias en España se instalan en muchas viviendas. En pocos años ha habido un gran desarrollo y en Perú ahora mismo estaríamos en el mismo momento que cuando yo acababa la carrera.
Todas las ayudas orientadas a cambios de la envolvente térmica y mejora de la eficiencia energética con la renovación de fachadas han permitido aislar mucho mejor y derrochar menos recursos en edificios en España. Las diferencias las marca sobre todo la industria de la construcción y las subvenciones estatales que existen asociadas a cada lugar. Todo esto en relación a las soluciones más o menos sofisticadas o viables con las que puedes contar a la hora de diseñar.
Cuando uno diseña con menos recursos sociales, estás obligado a ser más imaginativo y menos sofisticado. Esto también te da una visión más básica que es importante no perder nunca de vista. La simulación energética de una vivienda y su buena orientación mediante el estudio solar y de los vientos no requiere de ninguna tecnología avanzada y siempre debería ser una condición básica de diseño. No es cuestión de orientar mal una vivienda y después ponerle una aerotermia que «lo solucione».
¿Qué proyecto o proyectos destacaríais especialmente? ¿Por qué?
De los proyectos que hemos realizado a nivel urbano, seguramente los más destacables sean el de la Plaza de la Nación en Lima o el Mercado Gastronómico San Ramón, en la misma ciudad. El primero, por su escala y la dificultad de aprobaciones que suponía la propuesta del primer espacio público sobre una autopista. El segundo, por el impacto de regeneración comercial de una calle que estaba en un proceso de degradación social.
A nivel de impacto social, destacaría los 30 colegios en la sierra de Perú o el Mercado del Ermitaño. A nivel constructivo, las viviendas modulares y tradicionales, que estamos realizando actualmente en Soria, La Rioja y sierra de Madrid. Por último, como primera experiencia de construcción sostenible local, el refugio Gimme Shelter en Filadelfia, que hicimos en nuestros inicios, porque fue una experiencia que combinaba ese “piensa global” (mandamos a cortar por CNC tableros de virutas de madera desde Madrid a una empresa en Filadelfia) con el “actúa local” (se construyó en pocos días con mano de obra de voluntariado local) y la fuerza del diseño para resolver problemas de una forma imaginativa y armoniosa.
¿Cuáles son los principales desafíos del sector constructivo actual? ¿Qué papel juega la arquitectura sostenible?
La prefabricación sostenible, así como otros tipos de construcción modular que combinan el trabajo en el lugar con el trabajo en fábrica más ordenado y organizado, son uno de los desafíos actuales. La construcción tradicional requiere de una cantidad de mano de obra local que en países desarrollados está desapareciendo y eso va a modificar la forma en la que se construye. La arquitectura sostenible y, sobre todo, la confianza del usuario en ella, juega un papel importante en esta discusión, porque va a forzar indirectamente a que la industria le ofrezca soluciones diferentes: más eficientes, más baratas y más fiables a largo plazo.
¿Existe un conocimiento real y extendido entre los profesionales del sector sobre la importancia de la sostenibilidad en la construcción?
Creo que en los últimos años se ha popularizado esa «inquietud verde o sostenible», pero es algo reciente y todavía se asocia a construcciones más caras. Hace 20 años casi nadie hablaba de estas cuestiones, con independencia de que la sostenibilidad en las construcciones tradicionales siempre haya existido orientada a una optimización de los recursos. No es un invento nuevo, es una cuestión de supervivencia y coherencia, pero quizá antes de la crisis de la construcción en España el sector se creía demasiado poco vulnerable y se había alejado mucho de la necesidad real de los usuarios, de sus inquietudes y sus aspiraciones.
Gracias a Gabriela Sanz por dedicarnos su tiempo y permitirnos conocer su trabajo.