Hay que reconocer que existen no pocos personajes a los que no podemos asociar con rostros diferentes. John McClane siempre tendrá la cara de Bruce Willis, Indiana Jones no sería el mismo sin la sonrisa ladeada de Harrison Ford, Ethan Hunt es imposible de concebir sin la presencia de Tom Cruise y John Rambo, al igual que Rocky Balboa, es y será, simple y llanamente, Sylvester Stallone. Aunque esto último es así casi por casualidad.

Los otros Rambos

Antes de que el bueno de Sly se pusiese en la piel del personaje creado por David Morrell y quisiese comprar los negativos de ‘Acorralado’ para destruirlos tras aborrecer el montaje de tres horas y media de la película, que creyó que acabaría con su carrera, el ex-combatiente en Vietnam tuvo unos cuantos novios que fueron cortejados por el director Ted Kotchef y la gente de Carolco.

La principal opción para hacerse con el rol no fue otro que Al Pacino, que acababa de estrenar la notable ‘A la caza’ bajo las órdenes de William Friedkin y que ya había demostrado unas capacidades estratosféricas en joyas como ‘El padrino’ y su secuela, ‘Tarde de perros’ o ‘Serpico’. No obstante, esta trayectoria hizo que el neoyorquino quisiera salpimentar al personaje con un mayor calado psicológico, haciéndole padecer problemas de salud mental; idea que fue rechazada por los responsables del proyecto y que le dejó fuera de la ecuación.

Robert De Niro, por supuesto, estuvo entre ellos. Tras coincidir con Pacino en ‘El padrino parte II’ y verse envuelto en una suelte de rivalidad con su colega —con quien volvería a coincidir, y de qué manera, en la ‘Heat’ de Michael Mann—, también figuró entre los nombres asociados a Rambo. Pero no fue el único en una lista plagada de estrellas en la que se encuentran nombres como John Travolta, Chuck Norris, Dustin Hoffman, Terence Hill y un Clint Eastwood que nunca dejará de ser Harry Callahan.

Finalmente, Stallone aterrizó en ‘Rambo: First Blood’ —título original de la película— junto a Richard Crenna y Brian Dennehy, que se estrenó en 1982 abriendo paso a una franquicia tan rentable como prolífica. Sus cinco entregas han sumado a lo largo de los últimos 37 años 819 millones de dólares tras costar en cómputo global 198 millones. Sly, después de todo, tuvo buen ojo.

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