Si tienes ya unos años, es posible que recuerdes a Marlene Morreau presentando, junto a Jordi Estadella, un programa en el que el público aplaudía o abucheaba sin compasión lo que tenía delante y decidía si podía continuar más tiempo o no en el escenario. Una especie de ‘Tú sí que vales’ o ‘Got Talent’ pero con ese componente de sadismo que solo podían tener los 90. Su nombre era ‘El semáforo’, un programa que pasó a la historia como la lanzadera de salida del cantante más inesperado de España: Cañita Brava.
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El semáforo vuelve ya
Manuel González Savín nació el 2 de marzo de 1946 (si no os salen las cuentas, hace 77 años, aunque jamás reconocería su edad) en el barrio de Las Jubias de A Coruña. Al lado de su casa siempre tuvo el mar, así que su vida fue encaminada a ser un trabajador del muelle, en la lonja El Muro, mientras en sus ratos libres componía canciones bajo el nombre de «Cañita Brava», que le venía de la época en la que vendía helados. Su primer manager fue Cholo, su primo, que le acompañó a todas las actuaciones en la provincia (la primera, por cierto, en Los Castros, A Coruña, en 1976). La vida era tranquila, al menos hasta que conoció a Benigno Elriz.
Elriz se convirtió en su nuevo representante: sabía que tenía un diamante entre manos, así que habló con Juan Ballesteros, un guionista de Chicho Ibáñez-Serrador que ahora trabaja de redactor en TVE. «Ballesteros le dijo a Chicho que yo tenía 30 canciones y Chicho le dijo ‘trámelo para TVE, me conviene'», comentaba Cañita en una entrevista para Vice. Su primera aparición en ‘El semáforo’ fue acompañado de cucharas de plata a la percusión y afirmando «Sí, canto de todo. En español, en ruso, en inglés, en español, creaciones mías, de mi propias creaciones, inventadas por mí. Yo no copio y lo más difícil es componer una canción».
Esa primera vez, Cañita cantó ‘Spinkin you’ y fue abucheado por la grada, pero no se rindió: justo después, tras la actuación, hizo la retransmisión deportiva de un gol a petición del presentador. Jordi Estadella, al mejor estilo Javier Cárdenas unos años después, indagaba en la personalidad de aquel monstruo televisivo, que volvería una y otra vez, incluso fuera de concurso (Chicho no iba a dejar marchar a su gallina de los huevos de oro) a cantar canciones propias como ‘La pepeta’, ‘El fugitivo’, ‘La pota del caldo de María’ o ‘Ya vienen los pastores’. Cañita se convirtió en el ídolo de una generación que no sabía si aplaudir o reír, pero le convirtió en un hito de la cultura pop.
Las 6000 pesetas
De la noche a la mañana, Cañita empezó a hacer conciertos por toda España. Tenía fans, la gente le quería y llegó a ganar siete millones de pesetas (de la época) en un solo año. El 12 de julio de 1997 se terminó ‘El semáforo’, pero a nuestro héroe aún le quedaría un poquito más de aguantar en lo alto de la ola: el 13 de marzo de 1998 se estrenaba en España una pequeña película de un tal Santiago Segura que acabaría por convertirse en un fenómeno social: ‘Torrente, el brazo tonto de la ley’.
Fue el propio Segura el que llamó a Benigno para que el artista hiciera un papel en la película. Todos sabemos cuál porque la frase «Torrente, me debes 6000 pesetas de whisky» ha pasado a la culturilla general patria. Mientras probaba con el cine, su fama como cantante aún se mantuvo. Hizo actuaciones para 5000 personas, lanzó un disco llamado ‘Cañita Brava y sus creaciones’ y ganó un buen puñado de dinero, pero un suceso trágico (la muerte de su novia de aquel entonces) le hizo ahogar las penas en el juego.
Desde entonces, su fama cayó, como la de tantos mitos noventeros (Chiquito de la Calzada al frente) a pesar de que algunos quisieron ayudarle: hizo platós en la época de ‘La noria’, dio las campanadas gallegas de 2012, cantó ‘Amiyu’ en ‘First Dates’, se dejó caer en la serie de David Suárez para YouTube ‘Vincent Finch’ y Santiago Segura contó con él para todas las ‘Torrentes’ (excepto la segunda). En tiempos más modernos, quien esté ojo avizor puede pillarle en ‘LOL: si te ríes pierdes’, el reality de Amazon Prime Video. Eso no significa, tristemente, que le esté yendo mejor.
El declive de Cañita
Fue el año pasado cuando se supo la verdad sobre su estado financiero: casi treinta años después de su éxito fulgurante, Cañita Brava casi no hacía conciertos y sobrevivía con una pensión de 400 euros, según comentó a ‘Sálvame’, siempre deseosos de tener un cuello sobre el que echar sus fauces: «Son los desconocidos los que engañan. Los fans no engañan», decía, confesando que se había gastado todo su dinero en una novia que estaba sin trabajo.
Cañita comparte piso, paga 230 euros al mes y no se rinde. Su última gran alegría fue en su canal de YouTube, donde tuvo la oportunidad de tener un (quién sabe si último) gran hit: ‘La creación del amor’ era un clásico de su repertorio para la que un grupo de amigos creó un videoclip, le dio un estudio e instrumentalizó un tema que ya va por las 136.000 visitas con las que quiere dejar claro que sigue disponible para hacer conciertos (o lo que surja).
Últimamente, nuestro protagonista lo ha intentado en Twitch, mandado mensajes de Año Nuevo o de Carnaval y tocado en conciertos junto a Tam Tam Go: aunque la luz de antaño nunca vuelva, mientras suene ‘La pepeta’ encima de un escenario y su nombre traiga sonrisas a toda una generación seguirá habiendo Cañita Brava.