Madrid se puede visitar de múltiples maneras y una de ellas es a través de sus esculturas. Mediante estas piezas ubicadas en el espacio público, como la de Francisco de Goya frente al Museo del Prado, el visitante obtiene una panorámica de infinitas posibilidades con la que descubrir la ciudad de una manera diferente

Hace unos meses, cuando estaba esperando en la cola del Museo del Prado, me di cuenta de que no muchas personas se fijaban con detenimiento en la escultura dedicada a Goya que hay junto a la pinacoteca. Observé cómo lo único que llamaba la atención a la gente era la expresión ruda que evoca el artista, mientras que casi nadie se dedicaba a rodear el pedestal. Así es como comenzó todo.

Goya
Mariano Benlliure y Gil, Estatua de Goya, Madrid, 1902.

Aquel día descubrí que en la base de este monumento escultórico realizado en 1902 por Mariano Benlliure se encuentra un relieve fabuloso que se basa en el grabado de Goya El sueño de la razón produce monstruos, que forma parte de la serie de Los Caprichos de 1799. Tal y como se puede comprobar en el relieve, Goya aparece dormido sobre una mesa de trabajo, en la que se puede leer el título de la obra. Sobre él se encuentran murciélagos, lechuzas, búhos, linces y otros seres monstruosos que, con aspecto amenazante, parecen atacar en forma de pesadilla la razón del ser humano. De esta manera, Benlliure, a través de la obra de Goya, pretende reafirmar la fe en la razón, propia del período de la Ilustración que rechaza los monstruos derivados de la ignorancia y las supersticiones.

Si seguimos girando en torno al pedestal, podemos observar más escenas que evocan las ideas de Goya y su deseo de criticar la sociedad española de sus tiempos, que se dejaba llevar por los miedos que distorsionan la razón. Ejemplo de ello es este relieve trasero, en el que una mujer está siendo atacada por unos animales nocturnos y unas ancianas se cubren con pavor.

En la parte superior de la cara frontal del pedestal se representan unos seres monstruosos, a los que deforma la fisionomía y les atribuye una actitud tosca para criticar al pueblo español. Una de las tres bestias lleva en la mano una tijera, con la que está cortando una uña afilada de otro miembro del grupo. Con esta parodia, es posible que el artista aluda a las Parcas, pues estas personificaciones del destino suelen aparecer representadas en el momento en el que Átropos (una de las tres Parcas) corta un hilo, simbolizando así que pone fin a la vida de los mortales.

Detalle del pedestal de Goya
Mariano Benlliure y Gil, detalle del pedestal de la estatua de Goya, 1902.

Por último, en la cara frontal del pedestal resalta en altorrelieve la imagen de La maja desnuda, que rememora el óleo de Goya realizado entre 1795 y 1800. Llama la atención el hecho de que Benlliure decida unir en un mismo pedestal una alusión a un grabado de Goya en el que subraya los rostros grotescos y los seres fantásticos, frente a la representación de la maja, término que alude a la “gente guapa” de los barrios de Lavapiés, Maravillas y el Rastro de Madrid.

La maja desnuda, que formaba parte del gabinete reservado de Manuel Godoy en compañía de la famosa Venus del espejo de Velázquez, sigue la tipología tradicional de la diosa Venus tumbada sobre un lecho. Sin embargo, a diferencia de ser la imagen desnuda de una diosa, Goya decidió ir más allá y mostrar el cuerpo de una mujer real, posiblemente la duquesa de Alba, amante de Goya, o Pepita Tudó, la amante y luego esposa de Godoy.

Diego Velázquez, Venus del espejo, 1647-1651, óleo sobre lienzo.

En cualquier caso, La maja desnuda de Goya fue muy controvertida, pues en 1807 Fernando VII se la confiscó a Godoy y en 1814 la Inquisición decidió secuestrarla por “obscena” e iniciarle un juicio a Goya. Sin embargo, éste logró la absolución gracias al cardenal Luis María de Borbón y Vallabriga, pero la pintura quedó depositada fuera de la vista del público, hasta que en 1901 el Museo del Prado adquirió la obra.

Madrid se puede visitar de múltiples maneras y una de ellas es a través de sus esculturas, que no solo muestran la imagen y las obras más destacadas de artistas como Goya, sino también de dramaturgos, escritores, etc. Asimismo, también son de gran relevancia las esculturas funerarias, las esculturas ecuestres y las mitológicas, que nos abren una panorámica de infinitas posibilidades para conocer Madrid de una manera diferente.

Saskia González Volgers

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