La galería Marlborough apuesta por la escultura monumental en dos exposiciones en las que participan catorce artistas nacionales e internacionales con lenguajes creativos muy diversos. La primera parte de este proyecto (hasta el 21 de marzo) acoge piezas de Magdalena Abakanowicz, Beverly Pepper, George Rickey, Tom Otterness, Antonio López, Francisco Leiro y Blanca Muñoz. La segunda muestra (del 26 de marzo al 30 de abril), contará con obras de Tony Matelli, Kenneth Snelson, Red Grooms, Martin Chirino, Juan Genovés, David Rodríguez Caballero y Josep Maria Riera i Aragó

En ambos montajes se juega con la idea de espacio interior/exterior
cubriendo la galería con césped artificial, para evocar el entorno natural,
contexto habitual de estas piezas, e invitar a los espectadores a sentarse o
tenderse a contemplarlas.

Las esculturas Carmen despierta (El día) y Carmen dormida (La noche), de Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936), son los mejores ejemplos del trabajo del artista hiperrealista a escala monumental y los primeros encargos que realizó en solitario.

Sobre estas líneas, Standing Figures, por Magdalena Abakanowicz, 2000, bronce, 168 x 51 x 36 cm c/u. Arriba, de izquierda a derecha, Carmen despierta (El día), 2008, bronce, edición de 3, 245 x 209 x 246 cm, y Carmen dormida (La noche), 2008, bronce, edición de 3, 240 x 191 x 225 cm, ambas piezas por Antonio López.

Antonio López, uno de los mayores exponentes del realismo
pictórico y escultórico en el ámbito artístico nacional e internacional, acomete sus motivos más habituales, como son los interiores o la figura humana, sus paisajes y vistas urbanas, principalmente de Madrid buscando captar la esencia del objeto, la persona o paisaje representado.

En 2008, el artista culminó su primer encargo de escultura monumental pública en solitario. Estas esculturas son el retrato de su nieta Carmen,
dormida
y Carmen, despierta, que Antonio realiza en 1999 y 2000 a tamaño
natural
y que más tarde decide llevar a tamaño monumental por el significado y simbología que alcanzarían al aumentar sus dimensiones.

Mientras que en el tamaño natural de estas piezas sentimos la delicadeza y fascinación que produce un ser recién nacido, las monumentales se convierten en metáforas de lo misterioso, del ser en conexión con los ciclos naturales del día y la noche. Estas obras, La Noche y El Día, se instalan en la que fue su primera ubicación en la estación de Atocha de Madrid. Estas esculturas le inspiraron para comenzar a trabajar en distintas obras escultóricas centradas en la figura humana a escala monumental.

Entre los escultores internacionales destaca Magdalena Abakanowicz (Falenty, Polonia, 1930-Varsovia, Polonia, 2017), reconocida como una de las voces más singulares y potentes del arte contemporáneo. Sus instalaciones y esculturas, a la vez bellas e inquietantes, son un recordatorio de la fragilidad de la condición humana. La artista vivió una infancia traumática en la Polonia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial. Esta experiencia marcó su constante preocupación por asuntos existenciales y su inconfundible lenguaje escultórico. Sobre esa etapa, ella misma dijo: “Cuando tenía 12 años, en 1942, solo podía escapar de la crueldad humana encerrándome en mí misma (en un mundo de sueños e imaginaciones)”. Este género de evasión, autodefensa ante la omnipresente propaganda y destrucción, marcaron su producción artística durante décadas.

En los últimos treinta años, Abakanowicz ha desarrollado un gran número de instalaciones escultóricas site-specific que han ido incorporando figuras y elementos de escala creciente. Entre ellas podemos destacar Negev (1987, Jerusalén, Museo de Israel); Space of Dragon (1985, Seúl, Olympic Park, Seúl); Becalmed Beings, Hiroshima City (1993, Hiroshima, Museo de Arte Contemporáneo); Unrecognized (2002, Poznan, Citadel Park), o su última gran obra pública, Agora, un grupo escultórico compuesto por 106 figuras únicas de hierro fundido de más de dos metros y medio de altura instaladas desde 2006 permanentemente en el Grant Park de Chicago.

Esta muestra del trabajo de Abakanowicz en nuestro país coincide con la preparación de su gran retrospectiva en la Tate Modern de Londres que tendrá lugar en junio de 2020.

Red Grooms and the Bus, 1995 (fotografía: John Lamka).

Beverly Pepper, George Rickey y Tom Otterness se aproximan al metal desde lugares completamente distintos. Fallecida durante la preparación de la exposición, Beverly Pepper, es conocida por sus grandes piezas de land art integradas en la naturaleza realizadas en acero corten; George Rickey, pionero en el uso del movimiento como elemento artístico, destaca por el carácter cinético e ingenieril de sus piezas, y Otterness por ser uno de los artistas dedicados a la escultura pública más importantes y prolíficos de Estados Unidos.

Kissing Spheres (Large), por Tom Otterness, 2016, bronce, edición de 3, 190,5 x 132 x 89 cm.

El metal también es el medio natural de Blanca Muñoz (Madrid, 1963), que tendrá un espacio especial en la muestra por su reciente nombramiento como académica de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

El trabajo de esta escultora se caracteriza por el equilibrio de volúmenes y los juegos de luces sobre el metal, su lenguaje se mantiene sólido e inconfundible ya sea trabajando a escala monumental o en piezas de pequeño formato. La escultora ha expuesto a lo largo de los últimos veinticinco años en lugares como el Museo Reina Sofía o el Museo
del Prado además de sus individuales en Colonia, Nueva York o París. Blanca Muñoz recibe el Premio Nacional de Grabado en 1999. Ha sido galardonada además con el Primer Premio de Escultura Bancaixa (Valencia, 2000) o el Primer Premio I Bienal de Escultura Riofisa (Madrid, 2001). En el año 2014 recibió, de la Fundación BBVA, la primera convocatoria de las becas Leonardo.

Las esculturas de Francisco Leiro (Cambados, Pontevedra, 1957) reflexionan sobre la fragilidad humana. Hay en Leiro una predisposición hacia la ambivalencia entre el sujeto y el objeto, así como entre el lenguaje literal y el figurativo. Podemos afirmar que su trabajo tensa la distancia entre signo y significado.

Cueva de Montesinos II, por Blanca Muñoz, 2006-2019, acero inoxidable, 220 x 360 x 252 cm.

El estilo inconfundible de Leiro, aunque atraviesa por diferentes etapas, siempre obedeciendo a una figuración expresionista, mantiene como referente fundamental la utilización de la figura humana. Como dice Rafael Argullol en el texto que escribió para el catálogo de su exposición Purgatorio (galería Marlborough, Madrid, 2014): “El cuerpo, entendido en su totalidad y en su profundidad, incorpora en sí mismo el universo entero, incluido aquello invisible o intangible. Su lenguaje escultórico apunta al movimiento del cuerpo humano, a sus gestos, a sus expresiones, a la experiencia humana ya sea existencial, cultural o mítica”.

Valiéndose de recursos historicistas, en su escultura a menudo se yuxtaponen formas figurativas con otras biomórficas o constructivistas, lo que da origen a piezas con connotaciones alegóricas. El retrato psicológico de los personajes es asimismo un factor importante en la escultura de este artista, así como la utilización de elementos narrativos. La pieza que presenta en esta exposición de granito y hierro fundido, entra dentro de su obra de corte más esquemático y formalista.

Escorrodoira, por Francisco Leiro, 2019, hierro y granito, 220 x 185 x 110 cm.

En la segunda parte de la muestra podemos destacar las obras de Martín Chirino, el que es considerado el gran maestro español de la forja
y autor de una inconfundible iconografía propia, y Juan Genovés, quien siempre ha sido clasificado como un pintor político pero que ya en su
madurez trasladó sus características multitudes a un lenguaje escultórico totalmente original.

Se podría decir que los norteamericanos presentes en la muestra, Kenneth Snelson, Tony Matelli y Red Grooms, tienen lenguajes artísticos dispares. Kenneth Snelson crea sus esculturas usando la “Tensegridad”, una modalidad constructiva basada en la composición de estructuras sobre cables tensionados, Red Grooms representa a sus personajes a través de una vía de expresión entre la escultura y la pintura, el esculto-pictograma, y Tony Matelli desarrolla un hiperrealismo marcado por el juego de contrarios, visual y conceptual.

Flamenco Dancers, por Red Grooms, 2008, enamel on aluminum, edición de 3, 377,19 x 245, 11 x 92,39 cm (fotografía: Bill Orcutt).

La pieza de David Rodríguez Caballero incluida en la exposición es una de sus estilizadas abstracciones de aluminio que concentra todo el estilo poético e intimista del artista.

La muestra se completa con una obra de Josep Maria Riera i Aragó que incluye su motivo característico: las hélices asociadas a la idea de exploración marítima y aérea.

Pieza de aluminio de David Rodríguez Caballero, 2015 (foto: Juan García Rosell).

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