Con el éxito de la nueva saga de ‘El planeta de los simios’ (cuya cuarta entrega, ‘El reino del planeta de los simios’, llega este viernes), parece que se nos ha olvidado aquel intento de reboot que Tim Burton perpetró en 2001 y que, aunque financieramente fue un éxito, dejó a todo el mundo con tres palmos de narices. La historia de su caída en desgracia es apasionante, pero James Cameron la supo resumir en solo un par de frases aplastantes. Ojo.

Se engorila

En 1988, veinte años después de ‘El planeta de los simios’, en Fox se plantearon hacer una nueva continuación que volviera a tener estándares de calidad mínimos después de que las sucesivas secuelas fueran perdiendo tanto peso como presupuesto (aun así, os recomiendo verlas, son imaginativas a más no poder). La idea no era hacer una sexta parte, sino una segunda entrega alternativa que iba a protagonizar Tom Cruise o Charlie Sheen. Y sin embargo, el castillo de naipes se cayó por su propio peso. Fue el primero de muchos dislates que acabaron en nada.

Cineastas como -atención a los nombres- Peter Jackson, Oliver Stone, Sam Raimi, Chuck Russell, Phillip Noyce, Chris Columbus, Roland Emmerich y James Cameron fueron pasando por la silla de director de proyectos truncados relacionados con la franquicia hasta que, finalmente, Tim Burton lo consiguió con su idea de no hacer un remake ni una secuela, sino una «reimaginación»… y Cameron, que estuvo a punto de rodar su punto de vista sobre ‘El planeta de los simios’, no tuvo problema al decir en Ain’t It Cool lo que pensaba de ella.

Hicieron, creo, posiblemente la película más indignante que podían haber hecho porque se equivocaron con el director. Es la única película de Tim Burton que no me gusta.

Burton está de acuerdo la verdad,, y ha comentado en alguna ocasión que, si tuviera que hacer una secuela de ‘El planeta de los simios’, preferiría saltar por la ventana. Y es que no solo tuvo que hacer frente a un rodaje express (solo tuvo nueve meses para rodar, editar y estrenar), sino que nada salió como debía y como deseaba, tomando malas decisiones continuas. El resultado le recordamos todos entre sudores fríos… si es que la historia de César no ha hecho que nos olvidemos de ella y la hayamos enterrado para siempre en nuestra memoria colectiva.

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