‘Vida perra‘ (‘Strays’) es un triunfal y desternillante experimento que parte de un guion escrito por Dan Perrault, uno de los creadores de la serie ‘Gamberro de instituto‘ (‘American Vandal’), dirigido para la ocasión por Josh Greenbaum, autor, entre otros, del documental ‘Too Funny to Fail‘ (2017), sobre la breve historia del revolucionario ‘The Dana Carvey Show’.
Entre los productores de esta comedia se encuentran Phil Lord y Christopher Miller, responsables de las sagas de ‘Lluvia de albóndigas‘ e ‘Infiltrados en clase‘ (21 Jump Street) pero especialmente de la memorable ‘La LEGO película‘ (Will Ferrell está también aquí), así como de la estupenda serie ‘El último hombre en la Tierra‘, protagonizada por Will Forte, que en ‘Vida Perra’ tiene un papel de los que no se olvidan.
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El viaje imposible
La idea de la película es tan estimulante como insensata. Supongo que en estos casos una cosa implica la otra. El caso es que lo que aquí Greenbaum y su guionista se proponen es deconstruir y parodiar la arquetípica película de perros disneyana, que tuvo su origen en la producción de acción real ‘El viaje increíble’ (Fletcher Markle, 1963), la misma que conociera un remake y una secuela en los noventa; una fórmula que seguiría dando buenos beneficios para la productora durante las siguientes décadas y que llegaría al colmo de la cursilería (y el kitsch) en las producciones de Don Bluth como ‘Todos los perros van al cielo’ (1989).
‘Vida perra’ –mismo título que el pequeño clásico de Javier Aguirre protagonizado por Esperanza Roy en 1982– pretende hacer con el cine animalístico lo mismo que la olvidada ‘Malos modales’ (Robert Houston, 1986) consiguió hacer con el cine infantil; ‘La tribu de los Brady’ (Betty Thomas, 1995) con la sitcom familiar o ‘Bad Santa’ (Terry Zwigoff, 2003) con el cine navideño.
Todo ello aderezado con el mejor humor sexual y la escatología de los hermanos Farrelly o los episodios de Trey Parker y Matt Stone. Algo absolutamente poco recomendable para niños, pero apto e incluso especialmente sano para adolescentes cafres, ellos y ellas, y adultos de corazón indomable.
Bien mirado, la película de Greenbaum también es una odisea, un viaje increíble. El mismo que experimenta el ingenuo y algo bobalicón border terrier Reggie cuando su amo lo abandona y tiene que hacer panda con un grupo de indeseables perros callejeros. Cuando por fin espabile, se dará cuenta que su única misión será regresar a casa para arrancar a su amo su más preciado tesoro: su pene.
El repelente y desastrado amo está interpretado por un descacharrante, como es norma, Will Forte, y para el recuerdo quedan las escenas en las que se masturba o se afeita los testículos.
Will Ferrell pone la voz de Reggie, mientras que el resto de la pandilla están doblados por Jamie Foxx, Isla Fisher y Randall Park. Josh Gad, Sofia Vergara y Brett Gelman aparecen en pequeños y excéntricos cameos, aunque uno de los chistes más logrados del film está relacionado con la inesperada aparición de Dennis Quaid como observador de pájaros.
‘Vida perra’, con ánimo de ofender
Pese a que cabe preguntarse por qué el fumeta pajero ha pasado de héroe a villano en pocos años, ‘Vida perra’, entre guiños a ‘La dama y el vagabundo’ (1955) y ‘Los aristogatos’ (1970), es el exponente de una operación estratégica que resulta incluso más brillante que la propia película: utilizar perros, de una forma similar a la empleada con niños pequeños por ‘Chicos buenos’ (Gene Stupnitsky, 2019), para regresar a las bromas de finales de los noventa y primeros dosmiles, a los chistes sexuales de la franquicia ‘American Pie’ y sus secuelas, sin hacer enfadar (demasiado) a sus detractores.
Así pues, la película se convierte en una fiesta donde reina el taco por la cara (en la versión original, más de veinte F-bombs en los primeros diez minutos), referencias sexuales omnipresentes, escatología por doquier, e incluso, como en el actual ‘Saturday Night Live’, chistes raciales y sobre minorías sexuales.
En este sentido, quedan para el recuerdo todas y cada una de las apariciones de Will Forte, en especial el duelo final con el comando de chuchos, la bacanal en el jardín, la guerrilla de defecaciones en la perrera y una alucinación colectiva fruto de unos hongos que finaliza con el asesinato y descuartizamiento de unos inocentes conejitos. Y no nos olvidemos de Dennis Quaid.
Quejarse está de más: ‘Vida perra’ es una joya para entendidos que hará tirarse de los pelos a los no simpatizantes.
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