María Pagés Compañía y El ARbi El Harti tienen cita en el Teatro de la Maestranza con De Sheherezade | Danza Ballet 

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María Pagés, una creadora orgánica

Si hay algo que pueda definir la singularidad creativa de María Pagés es, sin duda alguna, su arraigado sentido ético de la cultura. María crea porque está convencida de que el arte lleva en su esencia y en la emoción que lo produce, un profundo compromiso con la vida y con la memoria cultural orgánica de nuestra mejor humanidad, poliédrica e integradora de la singularidad del Yo y de la diversidad del Nosotros.

Para esta artista sevillana de nacimiento y de educación sentimental, madrileña por vocación e iconoclasta por naturaleza, que ha hecho de la danza y del flamenco su patria poética, la contemporaneidad es la tradición en movimiento y el dinamismo vitalista de nuestros lenguajes e ideas.

Su patrimonio coréutico en devenir reside en una innegable aportación creativa y estética a la danza española, que emana de su serenidad al hablar sin complejos con todos los lenguajes estéticos y hacer que acojan la hospitalidad mítica del flamenco.

María Pagés Compañía y El ARbi El Harti tienen cita en el Teatro de la Maestranza con De Sheherezade | Danza Ballet
De Sheherazade – © María Alperí

Sábado 7 de octubre a las 20:00 hs | Teatro de la Maestranza

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María Pagés Compañía y El ARbi El Harti tienen cita en el Teatro de la Maestranza con De Sheherezade | Danza Ballet

Utilizando los códigos fundamentales del flamenco e investigando dentro y fuera del mismo, María Pagés ha demostrado ser una pionera en el entendimiento de éste como un arte en mutación permanente, que es contemporáneo, vivo, generoso y hospitalario de sus profundas raíces españolas.

Ha conseguido superar en sus coreografías los estereotipos y diferencias culturales, porque considera que el diálogo entre los lenguajes artísticos favorece una mayor comprensión de la verdad sistémica del arte y de la constante dialéctica que comunica la tradición y la contemporaneidad.

La danza para María Pagés es una permanente introspección en el devenir. Desde la contemplación crítica necesita ubicarse, pero no desollarse; verse con serenidad y valentía como lo que es, una mujer, un ser humano bello por su humanidad imperfecta.

Su labor ética y creativa la ha llevado siempre a transformar las asimetrías en una fuente de belleza y de emoción. ¿No es ésa la tarea fundamental del arte? Desde su sensibilidad matemática, construye sus coreografías en torno a la música que engloba desde los ritmos de Vivaldi, Händel hasta John Lennon, John Cage, Stravinski y Paco de Lucía y a una poesía plural que acoge con la misma sensibilidad a Sor Juana Inés de la Cruz

y Machado, a Baudelaire y Benedetti, a Lorca, San Juan de la Cruz y Miguel Hernández, a Fray Luis de León, Jalal-Eddine Rumi y José Saramago.

Discurriendo por las ideas de Platón, Octavio Paz, Heidegger, Miguel de Cervantes, Jorge Luis Borges, la poesía constituye la esencia de la dramaturgia del descubrimiento del Yo enfrentado a su propia naturaleza, edificada a fuerza de sombras y una tenue luz, que hace posible que en cada creación pagesiana podamos vislumbrar una línea tenue de la felicidad y buscarla indefinidamente.

Una mujer, todas las mujeres

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De Sheherazade – © María Alperí

De Sheherazade es una obra que María Pagés Compañía crea y produce para el Liceu de Barcelona y el ADMAF.

Emana dramatúrgicamente de una lectura contemporánea de la esencia de los maravillosos personajes femeninos que han marcado el mundo de la cultura universal, Su carácter exploratorio constituye la continuidad de Yo, Carmen, espectáculo pagesiano estrenado en el 2015.

En esta obra de madurez y de asunción orgánica del arte y la coreografía flamencos, María Pagés y El Arbi El Harti, profundizan en la empatía de las mujeres, situando la sororidad como fundamento de una voz femenina que se alza para expresar y reivindicar la realidad poliédrica de la cotidianeidad de las mujeres.

Mujeres intrahistóricas

Arquitectas de la singularidad del mundo

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De Sheherazade – © María Alperí

Desde la perspectiva de un personaje colectivo, De Sheherazade relata la intrahistoria sentimental de las mujeres. Lo hace sin subterfugios, ni dobleces heredados, sin miedos ni connotaciones construidas por los tópicos. Los personajes que recorren las venas intimas de De Sheherazade, y los mitos que la sustentan, sirven de base filosófica a esta coreografía femenina hasta el tuétano. Son seres ficticios que reivindican la verdad en la era de la razón triunfante, donde lo irracional actúa más que nunca.

La obra está construida como una coreografía coral sobre la metáfora poliédrica de la Humanidad. Extrae su energía de la irremediable tensión dialéctica del yo y el grupo. Cada palabra, gesto, movimiento, nota, sonido, hilo de luz, objeto, imagen, vestido… están concebidos para desarmar los estereotipos que confunden nuestra mirada sobre el mundo en el que nacemos, vivimos y nos proyectamos en la eternidad.

Las mujeres sheheradianas son las amas de casa, las que salen corriendo de la oficina para recoger a nuestros niños, las creadoras, las obreras, las investigadoras… que reinventan continuamente el mundo con su inteligencia sensible y esfuerzo, las que siendo fuertes, el miedo las empequeñece, las que aman como primaveras felices y el desamor las corroe, las que les fascina un libro, un beso o un gesto bello, porque por un instante piensan que de una palabra, de un beso o de un gesto depende la eternidad… Mujeres intrahistóricas, arquitectas de la singularidad del mundo y el devenir de la humanidad. Mujeres bellas e imprescindibles como la vida misma.

Confrontar los mitos, requerir el presente

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De Sheherazade – © María Alperí

En esta nueva reflexión coreográfica María Pagés y El Arbi El Harti buscan confrontar los mitos antiguos a las fábulas contemporáneas y contraponer las utopías a las distopías posmodernas.

Aspiran despojar a unos y a otros de sus artificios antiguos y nuevos. Desean, en definitiva, erigir en el escenario una mujer auténtica y afín a la vida de todos los días. Una mujer, simplemente. Que viva en una aldea, una ciudad o un palacio. La obra explora también la vida como una responsabilidad ética y reclama la felicidad como un derecho fundamental.

De Sheherazade se identifica con la mirada humanista y plural de aquella mujer que cuenta historias para mantenerse viva o aquella chapliniana que hace de la inteligencia un innegable poder de la desmitificación, o aquella zambraniana que defiende que de la acción de preguntar nace la conciencia, o aquella lorquiana que intenta deshacerse de una fatalidad irremediablemente pegada a su piel.

¿Qué nos cuenta este nuevo relato femenino español?

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De Sheherazade – © María Alperí

Esta De Sheherazade empieza cuando termina el cuento de las Mil y una noches. En el relato pagesiano el personaje asume la invención para transformar el mundo. La vocación transmutadora no nace de una formalidad estética sino de la convicción ética. Ante la perspectiva de la muerte, esta mujer, que es todas las mujeres, elige la vida. Rompiendo la inmutabilidad de la providencia, decide construirla desde la transmutación del destino.

La narración no acaba como la tradición lo cuenta. Poderosamente flamenco, este relato quiere restituir el principio femenino y asumirlo como parte fundamental de la naturaleza humana. Sheherazade, referencia de la mujer en devenir, usa la palabra para conquistar el tiempo, que es la mejor forma de habitar el espacio.

Esta dialéctica emocional le sirve para ocupar un mundo que necesita reconocer su feminidad. Sabe que la vida no puede seguir secuestrada para siempre por las emociones y los miedos masculinos, metaforizados en el instinto de Chahriar.

De Sheherazade recoge las inquietudes de una mujer que se libra de la muerte contando historias a un hombre mordido por la incertidumbre. Su dominio del relato le permite recuperar su destino. Con la palabra, por consiguiente, consigue salvar a la humanidad de una extinción segura. No hay otro heroísmo en este acto que la defensa de la mujer como un eslabón insustituible de la vida.

Hacia una temporalidad de las emociones

De Sheherazade narra en doce escenas las vivencias de una mujer que busca fijar en el mundo los principios filosóficos de la singularidad femenina. Son doce instantes para aprehender el hilo de luz que atraviesa fugazmente las emociones humanas. El fino estambre de la vida.

La experiencia y el conocimiento orientan el devenir del personaje. También definen las mitologías femeninas que de él se extraen y derivan. En los pliegues íntimos de De Sheherazade conviven sin complejos la savia de Sheherazade, Carmen, Medea, Wallada, Safo, o personajes literarios más contemporáneos como la Yerma de Lorca, la Blimunda de José Saramago o la Úrsula Iguarán de García Márquez. Mujeres, puentes, sueños y memoria. Una pasión por la inteligencia en un tiempo suspendido. ¿Cómo contar mil y una noches en doce coreografías?

La acción se desarrolla en el tiempo suspendido en la espera de la muerte y la salvación. No existe reloj capaz de medir esta temporalidad de agua. Estamos en corazón del imperio de las emociones y el imaginario. La espera activa se extiende a lo largo de once momentos que se desarrollan durante once noches marcadas por el movimiento de la luna desde su aparición en el cielo hasta su ocultación. La tensión se resuelve al amanecer del duodécimo día.

La obra aúna en un único ciclo coreográfico, interpretando el “ehad” bíblico, la vocación de trascendencia del deseo. Se trata aquí de un proceso donde convergen el nacimiento, desarrollo y culminación del imaginario femenino en el camino de habitar el lugar que le corresponde en la vida. El empeño de la mujer en esta eterna búsqueda es alcanzar la organicidad del deseo como escritura equilibrada de estar en el mundo.

En De Sheherazade el amor no es consuelo, sino luz. Es horizonte y camino hacia una vida que tiene por vocación la responsabilidad ética del yo y el nosotros. La obra reivindica la feminidad como compromiso moral con la poliedricidad de la naturaleza de las mujeres, que no es otra cosa que la extensión de la diversidad humana.

El desierto como morada de la magnificencia

Desde la perspectiva de un lugar donde no hay nada, indudablemente, el desierto estimula la imaginación, pero incide sobre todo en el reclamo del pensamiento como vía de salvación.

En este sentido, De Sheherazade transforma en clave coreográfica flamenca el desierto en el palacio imaginario donde una felicidad truncada busca dominar el destino. El desierto acaba encubriendo en su inmensidad imperecedera la fealdad humana. La belleza es su velo. La verdad debe ser buscada en esta perfección confinada mordida por la incertidumbre.

El desierto y el palacio ponen a prueba la inteligencia, sensibilidad y valores humanos. Son territorios que hacen fácil el acceso a la verdadera naturaleza humana, conocerla, dominarla y salvarla de las tentaciones y ostracismo. Pero también pueden ser la nada absoluta alejada de Dios.

La dialéctica mística de estos espacios aparentemente contradictorios – lo yermo aparente y lo supuesto fecundo – aviva la capacidad de apropiación del conocimiento y de superación de las mujeres que los atraviesan, habitan o sueñan.

El desierto posee una autoridad cósmica indudable. A través de la exploración del placer nietzscheano en su relación con él, el palacio en su figuración oriental puede adoptar la fuerza de una naturaleza liberadora. Palacio y desierto desembocan en el rio del deseo, el hilo que teje todos los relatos y todas las búsquedas posibles. Palacio y desierto, territorios ambivalentes y contradictorios ambos, pueden constituir también la oportunidad para resolver todas las contradicciones.

Narrar en femenino

La obra relata en doce coreografías una aventura que sugiere algunos hilos que tejen la poliédrica esencia femenina. A lo largo de una acción equilibrada de fuerza y contemplación, las mujeres abren su sabiduría al mundo como si tratara de un abanico tejido a fuerza de años, inteligencia y emoción.

El espectáculo es una narración poderosa construida con solos y coreografías corales, perfectamente hiladas. Su personaje aúna la singularidad individual de cada intérprete y la fuerza arrolladora del grupo.

Esta mujer, que es todas las mujeres, recorre el relato y comparte con el público sus conocimientos, contradicciones, amores, desamores, fuerzas, fragilidades, inseguridades, insatisfacciones, soledades. Comunica con alma abierta en canal su relación con el cuerpo, el deseo, la maternidad y la igualdad aún no alcanzada…

Las coreografías recogen una diversidad femenina que se apodera de la acción para conquistar el escenario real y simbólicamente. Son trece mujeres que asaltan el escenario, que es el escenario de la vida.

Son todas mujeres que poseen una fuerte singularidad. Mujeres que piensan en clave coréutica y musical la pluralidad del género que representan, más allá de las diferencias, ya sean físicas, étnicas, religiosas, culturales o estéticas.

Damas diurnas que bailan al ritmo de un principio de armonía, medida y simetría, que luego rompen y recomponen, recogiendo de este modo, a través de sus cuerpos, movimientos y sueños, el cuerpo y el devenir de la vida.

Mujeres que piensan, bailan y cantan al compás de alegrías, tonás, bulerías, soleás, malagueñas, tanguillos. Intimistas, pensativas, alegres, irónicas y cómicas. Mujeres que homenajean a todas las mujeres del mundo.

De Sheherazade, explora el reportorio musical popular y clásico, haciendo una especial indagación en la música marroqui. Trabaja con las partituras, reinterpreta y adapta fragmentos clásicos en clave flamenca.

Pero fundamentalmente, crea músicas originales que compone Rubén Levaniegos, junto a Sergio Ménem y David Moñiz, dirigidos por María Pagés, a partir del relato dramatúrgico y las letras creadas para la obra.

La música, por consiguiente, recorre el diálogo libre y hospitalario entre la música clásica, popular y flamenca, interpretada por un cuarteto de cuerda y percusión, acompañados por una voz árabe y dos voces flamencas.

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