«En un guion hay un papel, no hay un personaje, si tú me das a mí un guion para arrancar lo primero que yo hago es quitar todas las acotaciones«.

Así empezaban unas declaraciones que han revolucionado a todo el gremio de guionistas de España esta semana. Han sido por parte de Hovik Keuchkerian, actor de ‘Antidisturbios’ y ‘Reina Roja’, y que se pronunciaban en una conversación sobre su último trabajo en el marco del festival Serializados, evento que reune a profesionales de la televisión a nivel tanto nacional como internacional.

Así empezaban las declaraciones y así anticipaba la cara del moderador, que en aquel momento era un poema, la tormenta de críticas. «Oh… ¿Las (acotaciones) que te hablan del tono?», es lo único que conseguiría pronunciar antes de que el actor continuase:

«Ni tono ni ostias. Ni tono ni ostias. ‘Michael entra triste al bar y se dirige a Muruzabal’. ¿Bueno y por qué coj*nes entra triste? Entonces tacho. Porque yo no se qué pasa en ese bar, lo voy a saber a medida que vaya trabajando. El guionista ha hecho un grandísimo trabajo hasta que suelta el guion. Y le llega al director y le llega al actor. El guion que está leyendo el 6 de junio no es el mismo guion en el que está trabajando el 26 de junio. Y definitivamente no es el mismo guion que está trabajando cuando ha pasado el ecuador del rodaje. Por lo tanto no. El personaje no está. El personaje se construye.»

Al novelista original de la obra (que no guionista) Juan Gómez-Jurado también se le veía tenso mientras intervenía Keuchkerian. Aunque la conversación se zanjó entre risas y luego lo apoyaría públicamente, la bomba estaba plantada. Y los comentarios en las redes no tardarían en llegar.


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El post original está repleto de comentarios similares, algunos de tono más cómico y otros más serios en lo que consideran una grave falta de respeto a la profesión. Entre las réplicas se encuentran algunas de autores reconocidos como Álex de la Iglesia (‘El día de la bestia’), Alberto Caballero (‘Aquí no hay quien viva’) o Javier Olivares (‘El ministerio del tiempo’).

El tema ha servido además como un punto de debate para los profesionales. Muchos de ellos han seguido la conversación fuera del post original, y han aprovechado la ocasión para reivindicar la figura del guionista y la importancia de su trabajo dentro del proceso audiovisual, que va mucho más allá de ser una herramienta para el actor.


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Como intentaba decir el moderador de Serializados con aquello del tono, antes de que las polémicas declaraciones se hicieran virales, las «acotaciones» como las llama Hovik son mucho más que instrucciones para el actor. El nombre técnico de hecho no son acotaciones (eso sería, en todo caso, las expresiones entre comillas en los diálogos como esta que estás leyendo), sino líneas de acción.

Las líneas de acción son claves en un guion. No solo informan de las acciones del personaje, también definen el punto de vista de la escena, hablan sobre las localizaciones e incluso pueden llegar a condicionar los planos del director. Por ejemplo empezar una escena escribiendo: «Un bonito atardecer», sugiere un plano general para apreciarlo.

Por supuesto, un guion también condiciona el trabajo del actor. Como dicen desde Bloguionistas, sí podemos estar de acuerdo con Hovik en que escribir en una escena «Michael entra triste al bar» es mala escritura. Es otra regla de escritura audiovisual que hay que tener cautela al meterse en la cabeza de los personajes, y que estas descripciones pueden entrar en ocasiones en el terreno de la literatura.

Eso no se debe confundir, sin embargo, con que el guionista no tiene poder para entrar en la dimensión emocional de sus personajes. Es crucial a la hora de escribir una historia conocer los arcos emocionales por los que pasan sus protagonistas. Desde Bloguionistas, quienes seguían días más tarde respondiendo a la polémica, mostraron una captura del libreto de ‘La Red Social’, donde Aaron Sorkin, considerado uno de los mejores guionistas del mundo, escribe unas líneas cruciales para entender la mente de Mark Zuckerberg, y lo hace fuera de diálogo.


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Lo cierto es que no es la primera ni seguramente será la última vez que los escritores españoles se sienten infravalorados de algún modo. Desde Alma Guionistas (uno de los principales sindicatos del país) se hacen eco constantemente de injusticias que se producen en la industria, y son famosos los casos como el ninguneo en la edición de los Goya del 2016, donde Borja Cobeaga (‘El Negociador’) entre muchos otros nominados no tuvieron un sitio con el resto de su equipo y fueron relegados a la categoría de «otros invitados».

Lo que podrían haber sido unas simples declaraciones polémicas como tantas otras ha dolido especialmente para un colectivo que, a pesar de su extrema importancia en el audiovisual que consumimos, aún no sienten que la industria les dé el reconocimiento.

En Espinof:



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