El británico Robert Morgan escribe y dirige Stopmotion, una cinta de terror psicológico que mezcla acción real y animación.

La cinta se estrenó en el pasado Festival de cine fantástico de Austin en Estados Unidos, donde se hizo con el premio a la mejor dirección.

Aunque la película también recibió el premio especial del jurado en el pasado festival de Sitges, aún no hay fecha para su estreno comercial en España.

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Sinopsis de Stopmotion

Ella Blake intenta terminar la película de stop motion que su estricta y autoritaria madre dejó inconclusa antes de morir. El proyecto pone a prueba su inestabilidad emocional y psicológica.

Crítica de Stopmotion

Tras acumular una infinidad de premios internacionales con sus cortometrajes, Robert Morgan debuta en el largo.

Aun sin ser una película redonda, Stopmotion tiene motivos suficientes para merecer nuestra atención.

Un guion irregular

La película empieza mostrándonos la relación tóxica que Ella tiene con su obsesiva madre, una directora de cine aquejada de una enfermedad que le impide realizar su trabajo.

Haciendo gala de una autoridad enfermiza y una actitud agresiva, la mujer le da órdenes a su hija para que realice el meticuloso trabajo de mover cuidadosamente las figuras, para su película de stop motion.

La madre desaparece enseguida de la ecuación, dejándonos únicamente con la hija, una joven psicológicamente inestable por culpa del maltrato sufrido.

La cinta va adentrándose lentamente en la psique de su protagonista, volviéndose cada vez más bizarra y surrealista hasta brillar especialmente en los momentos finales.

Acción real y animación

Quien conozca el trabajo anterior de Robert Morgan, habrá reconocido su sello único en esta película. Nos referimos a los multipremiados The Cat with Hands (2001) o Bobby Yeah (2011) entre otros. Os recomendamos que busquéis estos dos cortos y su participación en la antología ABCs of Death 2, D is for Deloused de 2014 en internet.

Se nota que Morgan es un genio de la animación stop motion. Su estilo bizarro y casi enfermizo de animación no se parece a nada que hayamos visto antes. De hecho, la película brilla con luz propia en los segmentos en los que esta técnica se adueña de la pantalla y flaquea en el envoltorio de acción real con el que está envuelto.

Los personajes

Si pusiéramos en un lado del cuadrilátero de Stopmotion al elenco de carne y hueso y en el otro, a las marionetas animadas, nadie dudaría en afirmar que las repulsivas figuritas saldrían vencedoras. No porque Aisling Franciosi no esté bien en este papel tan exigente, que lo está, sino porque la arrolladora personalidad visual que desprenden esos pequeños seres deformes y sanguinolentos es imbatible.

Morgan tiene un estilo inconfundible a la hora de diseñar sus personajes animados. A pesar de su desagradable aspecto, uno no puede evitar quedar cautivo de su magnetismo. Es cierto que Morgan apuesta aquí por unas marionetas de aspecto humanoide, algo alejadas de los personajes tan creativos y bizarros que acostumbra a incluir en sus cortometrajes, pero siguen siendo igual de incómodas y efectivas.

Nuestra valoración de Stopmotion

Esta cinta de terror psicológico brilla especialmente cuando su director da rienda suelta a su genio creativo. Robert Morgan se sirve de su experiencia como animador de stop motion, para regalarnos un desasosegante retrato de lo que ocurre cuando se juntan la obsesión artística y las secuelas psicológicas de un entorno abusivo.

Aunque el arco narrativo de la parte de acción real es algo fallido, la película va de menos a más hasta dar rienda suelta a una especie de pesadilla surrealista en la que la ficción y la realidad se devoran mutuamente.

Solo ver a esas perturbadoras figuritas en acción hace que merezca la pena el precio de la entrada.

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