Si fueses un ciudadano norteamericano viviendo en Florida en los 70, probablemente habrías arqueado la ceja viendo comenzar en 1972 la campaña presidencial de Winnie the Pooh. Sus contemporáneos, nada menos que Richard Nixon y George McGovern, su partido, el ‘Children’s Party’. Sus propuestas, muy prometedoras: “lamer los altos precios de los conos de helado”, y “poner miel en cada tarro”.

Sus seguidores se contaban por cientos de miles, contentos al fin de tener un candidato que les representaba. Y hasta 1976 duró su campaña, extendiéndose desde la calle Main Street de Disney World a las pantallas, en un evento publicitario del parque como ningún otro y que dejó atrás un merchandising icónico, y alguna que otra imagen de las de ver para creer.

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Un poco de historia

Originariamente una creación del escritor británico Alan Alexander Milne en los años veinte, Disney vio un gran potencial en aquellos cuentos sobre una pequeña familia de amigos de peluche, y decidió comprar los derechos en 1961 con esperanzas de añadir otro entrañable personaje a su catálogo. No sería hasta 1968 cuando el primer corto de Winnie the Pooh, ‘El árbol de miel’, se estrenaría para decepción de la compañía, con críticas un poco mixtas.

Disney estaba empeñada en hacer de Winnie una estrella, y no fue hasta el segundo cortometraje en 1968, ‘Winnie the Pooh y el bosque encantado’, que ya contaba con un nuevo enfoque, una mayor extensión y muchos de los personajes que se convertirían en piezas clave de su imaginario como Piglet y Tigger, cuando el personaje fue recibido de forma unánimemente positiva, ganando incluso un Oscar al mejor cortometraje de animación.

El último empujón que necesitaban era una campaña promocional verdaderamente ingeniosa. Y con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, Disney creyó dar con la idea de oro.

Un programa de televisión un poco extraño

Entre carteles, mítines en el parque y artículos de regalo, quizás lo más extraño que queda de esta maniobra fue un especial televisivo desarrollado de manera externa por la cadena local WTVJ en lugar de por la propia Disney (lo cuál quizás explica algunas cosas), y que doblaba la apuesta del chiste.

El especial giraba alrededor de un discurso presidencial dado por un actor vestido de Winnie en un disfraz… un poco cuestionable. Al frente estaba su oponente Rodney the Rotten Wolf, que entre sus propuestas tenía subir el precio de los helados y legalizar la explotación infantil. No es broma. Era un tono raro, una iniciativa rara, y era algo que no se volvería a repetir.

Es difícil saber cuál era el verdadero público del humor de este show, pero excentricidades aparte, la campaña fue un éxito y dejó algunas imágenes surrealistas para el recuerdo. La gracia no pudo alargarse indefinidamente, eso sí. En 1976, habiendo servido su propósito para impulsar el éxito del personaje, Pooh se retiró de la política. Nunca sabremos si habría sido un buen presidente o no.

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