Hubo un tiempo en el que Donald Trump era una figura solamente importante en Estados Unidos, donde brilló como hombre de negocios antes de que todo cambiase para siempre cuando fue elegido presidente de los Estados Unidos. Su forma de hacer política ha ido mucho más allá de su país de origen y actualmente vuelve a aspirar a la presidencia, siendo el próximo 5 de noviembre cuando los votantes tengan que elegir entre Kamala Harris y él.
Sin embargo, él nos interesa ahora por el estreno de ‘The Apprentice. La historia de Trump’, una película que propone su propia versión sobre cómo Donald Trump acabó convirtiéndose en quién es hoy en día, incidiendo especialmente en su relación con el abogado Roy Cohn. El resultado es una película estimulante pero un poco desigual que se sienta más como una historia de orígenes que cualquier otra cosa.
La corrupción del poder
Ahora mismo me sorprendería que todavía haya alguien que no tenga una opinión formada sobre Donald Trump. Ídolo casi mesiánico para algunos y monstruo peligroso para otros, algo que nadie pone en duda es que ha sabido dejar huella en la historia contemporánea, pero, obviamente, no nació siendo así y esta película de Ali Abbasi (‘Border’) busca por encima de todo descifrar esos orígenes y proponer su visión al respecto.
Obviamente, lo primero que llama la atención es que este biopic sobre una figura tan marcadamente americana lleve el sello de un cineasta iraní. ¿Quizá ningún compatriota se atreviese a meter mano a una película condenada de antemano a estar perseguida por la polémica? El hecho de que el proyecto se anunciara en 2018 y no haya visto la luz hasta ahora apunta un poco en esa dirección, pero lo que realmente nos interesa ahora es el enfoque que hace Abbasi del guion firmado por el periodista Gabriel Sherman.
Por lo pronto, se nota que Abbasi tiene especial interés en la representación de la época, pues ‘The Apprentice’ arranca a principios de los años 70 y se extiende hasta finales de los 80, un periodo clave para entender quién es Donald Trump actualmente. Por lo pronto, la película empieza mostrando una versión suya que sorprenderá a muchos, ya que con menos de 30 años simplemente era un hombre de negocios con ambición pero sin capacidad real para triunfar, tanto por tener una personalidad más contenida como por su falta de medios.
Es cuando conoce a Cohn cuando todo cambia, ya que Sherman y Abbasi proponen la idea de que Trump no fue más que un aprendiz suyo que acabó yendo incluso más allá que su maestro. Eso lleva a que la película tenga dos mitades muy diferenciadas, la primera mostrando la progresión de Trump a la sombra de Cohn y la segunda con Trump ya descontrolada, convertido ya en un ser implacable dispuesto a lo que sea por salirse con la suya.
Si algo falla en ‘The Apprentice’ es en todo lo relacionado a la hora de hacer una transición entre esas dos realidades tan opuestas, pues no llegamos a ver una evolución paulatina. En vez de eso, se opta por un pequeño salto temporal para ver a Trump convertido ya en un monstruo sediento de poder que bajo la promesa de revitalizar Nueva York va enriqueciéndose cada vez más, importando bien poco los efectos reales de sus negocios en la ciudad.
Donde sí acierta la película es a la hora de vincular esa expansión de sus negocios fuera de la gran manzana a ese salto definitivo para que Trump se convierta en una figura a la que lo único que le llega a afectar sea la percepción que otros puedan tener de él, sea por ganar peso o perder pelo. Y es que al principio se le muestra como alguien un tanto presumido y consciente de su atractivo físico, algo que se va deteriorando cada vez más, hasta el punto de que la caricatura en la que casi se convierte aquí se asocia a ello hasta cierto punto.
Por ello, es en la segunda hora cuando muchos van a identificar más al Trump que tanto hemos conocido durante los últimos años, pues una vez ha saboreado las mieles del poder, va a hacer lo que sea para conservarlas, sin importar a quien hiera por el camino. Una buena prueba de ello es el tremendo cambio de actitud con su esposa, pues pasa de hacer lo que sea por conseguirla a tratarla como un trapo viejo del que deshacerse sin piedad.
Sin embargo, el verdadero eje de la película no está en la relación entre los personajes de Sebastian Stan y Maria Bakavola, sino entre el primero y Jeremy Strong. La película va mostrando cómo el esplendor del primero coincide con la decadencia del segundo, lo cual a su manera puede interpretarse como el tiburón de los negocios que ha aprendido una gran lección y la ha llevado hasta el extremo o como el desgraciado que no sabe tratar bien a aquellos que han sido clave en su éxito.
Eso también se refleja en las interpretaciones de Stan y Strong, con los dos brillando cuando han de mostrarse más desatados y conocedores del poder que ostentan, pero a la hora de incidir en su lado más frágil, el inolvidable Roy Kendall de ‘Succession’ brilla con una convicción fuera de toda duda. Por su parte, Stan se muestra algo más dubitativo durante los primeros minutos, siendo por momentos muy evidente ver a alguien intentando mostrar esa imagen de Trump, algo que no sucede después, cuando se convierte literalmente en él y nos llegamos a olvidar por completo de que se trata de una actuación.
Por lo demás, quizá se hubiese agradecido profundizar un poco más en la vertiente empresarial, donde todo queda supeditado al desarrollo de personajes en lugar de ofrecer una visión más global de ese mundo. Además, no esperéis encontrar aquí algo en la línea de ‘Succession’, pues precisamente la parte más débil de la función es todo lo relacionado a cómo Donald Trump pasa de ser casi un paria dentro de la empresa familiar a apoderarse de la misma.
Con sus pegas, ‘The Apprentice: La historia de Trump’ es una película demasiado interesante como para reducirla a su posible oportunismo por estrenarse ahora.
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