¿Sabéis esos episodios de una serie donde parece que va a cambiar todo pero justo al final se rajan y vuelven al punto de partida más o menos? Pues es un poco lo que ha pasado en ‘Supervivientes’, donde tienen sus reglas tan poco claras que han escenificado una expulsión (la de Diego) solo para traerle cinco minutos después de vuelta a la playa de la que se acababa de ir, esta vez junto a Jaime y Artúr. Os lo contamos, porque es de traca marinera.

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Ex-expulsados

Desde el inicio de los tiempos, ‘Supervivientes’ ha tenido una regla mediante la que los expulsados se quedaban en una isla aparte y quedaban al designio de la audiencia (o de sus propias capacidades). En este caso, la Playa de los Olvidados ha tenido a dos habitantes, Jaime y Artúr, que han visto pasar por allí a unas cuantas personas que apenas se asentaban antes de irse. En la última gala, por fin, la organización ha decidido juntarles.

El problema es que, para rellenar horas de programa en directo, no se ha podido resistir a escenificar una última expulsión. Entre Alma Bollo, Jonan o Diego, la audiencia salvó al valenciano primero y después a la prima de Isa Pantoja. Diego le dio un abrazo a Adara, añadiendo que, después de la bronca en la que se vio envuelto la semana pasada y cuya protagonista fue Yaiza, la pareja de Ginés, no se arrepiente y «lo haría una y mil veces». Y ya de paso, dejó a Adara con una desventaja.

Survivors

Después de 56 y 49 días, Jaime y Artúr han vuelto a juntarse con sus compañeros. Bueno, más o menos: les dejarán en un corralito dentro de Playa Pelícano hasta el domingo, cuando se hará la última expulsión definitiva. No solo han traído a Diego medio minuto después de echarle, sino que, además, solo va a estar tres días más. En fin, las cosas de ‘Supervivientes’ y de una organización regular.

Pizza con extra de lágrimas

Como siempre, ha habido nominaciones. A las de los concursantes (Asraf, Ginés y Manuel) se unió otro elegido por Raquel Arias, que ganó el collar de líder en una prueba en la que han tenido que arrastrarse y cubrirse de barro. Raquel ha elegido a Jonan para sumarse a estos tres por su distanciamiento, algo a lo que el muchacho ha reaccionado con estoicismo y quizá demasiada sinceridad: «Da igual, yo también la iba a nominar a ella pero ha salido líder».

Adara

La de líder no es la única prueba que han jugado esta semana: además, la prueba de recompensa traía bajo el brazo una pizza kilométrica, con diferentes porciones, cada una de un sabor, y un extra: junto a cada trozo había un mensaje secreto que indicaban si se la podían comer o tenían que compartirla. Las ganadoras fueron Raquel (otra vez) y Adara, a la que le tocó compartir más de lo que quería, pero menos de lo que necesitaba. Y aquí viene el drama culinario una vez más.

Mientras que los trozos de pizza de Raquel se los quedó para ella, Adara se vio obligado a compartirlos… pero ninguno de ellos recayó en su gran apoyo, Asraf. De hecho le dio una porción a Jonan («mi bebé») y otra a Alma, ante la mirada de pena del concursante, algo que llevó a un llanto incontrolable por parte de la azafata. «Pensaba que iba a poder repartir más», se excusaba, mientras el otro, hambriento, se dedicaba a decirle que no pasaba nada. Qué va a decir. Te dejan sin pizza y encima tienes que dar consuelo.

Bronca lentejil

No es la única bronca con la comida que ha habido esta semana: por un lado, Ginés ha abierto un bote de lentejas sin comentárselo a Manuel Cortés y este lo ha llegado a calificar de traición (pocas peores), mientras que Bosco cazó un centollo y no quiso compartir la información con Adara y Asraf, algo que llevó al enfado, una vez más. «Nunca van de cara. Es un hipócrita de tres pares de narices», comentaba después la concursante.

Bosco también se ha enfrentado con los grandes poderes: la organización ha decidido sancionarle por sus constantes indisciplinas como, por ejemplo, lanzarse al agua cuando le han dicho veinte veces que no lo haga. Como un niño pequeño, vaya. «Estás ignorando las recomendaciones que te hace el equipo por tu seguridad», le dijo Jorge. El castigo correspondiente, ponerse unos grilletes y estar toda la semana atado a diferentes personas para asegurarse de que no hace locuras. Apasionante.

¡Y hasta aquí! Sin Yaiza (que, por cierto, va repitiendo su arrepentimiento a todo el que la quiera escuchar) el programa sigue su curso mientras Telecinco le da vueltas, de manera innegable, a cómo puede expandirlo durante nueve meses más. Para una cosa que les funciona, habrá que sacarle todo el juego hasta dejarla convertida en nada.

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