El pasado 23 de enero se cumplieron 28 años de la muerte de Salvador Dalí, uno de los grandes maestros de la pintura española que se caracterizó por su carrera polifacética y por ser uno de los máximos representantes del movimiento surrealista.

Aunque Dalí cultivó la escultura, el grabado y la escritura, fue la pintura la faceta más conocida de este creador, que destacó por sus impactantes imágenes oníricas, así como por sus habilidades con el pincel, genialidad que se le atribuye al profundo gusto que sentía por el arte renacentista.

Fue un gran colaborador de otros artistas visuales, llegando a llevar su trabajo a otros ámbitos, como la fotografía y el cine. Además de su colaboración con Luis Buñuel para Un perro andaluz, Dalí también desarrolló escenografías para diversas producciones de Hollywood, y en la década de los cuarenta hasta desarrolló un corto animado junto a los estudios Disney, proyecto acabado a comienzos de este siglo.

Su excéntrica personalidad y megalomanía lo hizo acreedor de muchos detractores. Algunos críticos consideraban que sus disparates publicitarios tenían más valor que su obra artística en sí misma. Muchas veces el artista atribuyó su gusto por las extravagancias a su linaje arábigo. Murió el 23 de enero del año 1989 a la edad de 84 años en la misma ciudad de su nacimiento: Figueras, España.

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