Por años el mundo del arte se había cuestionado por las misteriosas manchas blancas que aparecen en El grito, la obra maestra del pintor noruego Edvard Munch, la creencia popular le atribuía estos detalles a posibles excrementos de pájaros o pintura de color blanco, sin embargo un reciente estudio de la obra, descarta cada una de estas opciones.

Un equipo dirigido por Geert Van der Snickt de la Universidad de Amberes sometió la obra a un examen de Rayos X que dejó al descubierto que las famosas manchas blancas son en realidad pequeños parches de cera, provenientes de una posible vela que goteaba sobre el lienzo en el estudio en el que trabajaba Munch.

Durante los últimos años del siglo XIX, Munch realizó cuatro versiones de El grito, una obra que se considera fundamental para entender el nacimiento del Expresionismo. Una de estas versiones consiguió comprador en el año 2012, cuando una persona pagó en una subasta 119 millones de dólares por ella.

La versión más famosa de El grito forma parte de la colección permanente del Museo Nacional de Noruega. Esta obra debe su importancia no solo a su antigüedad, considerada la primera de las versiones, sino a las particulares manchas que la Universidad de Amberes ha estudiado recientemente.

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