En el transcurso de esta semana que recién culmina, hubo un muy buen motivo para celebrar el legado del brasilero Oscar Niemeyer, uno de los personajes con más peso e influencia en el panorama de la arquitectura moderna internacional, y un pionero en todo lo referente a la experimentación de las propiedades constructivas y plásticas del hormigón armado. ¿Por qué? Pues porque el 15 de diciembre se conmemoró el 109 aniversario de su natalicio.

Y es que Niemeyer nació, lo dicho, un 15 de diciembre de 1907 en la hermosa ciudad de Río de Janeiro. Allí dio sus primeros pasos, allí creció, allí se desarrolló, y allí completó todos sus ciclos de estudio hasta graduarse de ingeniero arquitecto en la Escuela Nacional de Bellas Artes en el año de 1934.

Posteriormente comenzó a trabajar bajo las órdenes de los también arquitectos Lúcio Costa y Carlos Leão, y muy pronto comenzó a ganarse una muy buena reputación gracias a su participación fundamental en proyectos como el Ministerio de Educación de Río (1936), el Pabellón Brasilero de la Feria Mundial de Nueva York (1939), o la Residencia Peixoto (1943).

Pabellón de Brasil (Feria Mundial de Nueva York)
Pabellón de Brasil (Feria Mundial de Nueva York)

También a principios de los años 40, Juscelino Kubitschek, entonces alcalde de Belo Horizonte, le encomendó el diseño y construcción de una serie de edificaciones en la ciudad. El resultado fue el Conjunto Arquitectónico de Pampulha, una obra maestra hito que pasó a la historia por la forma en que pintura, escultura y arquitectura se integran.

En 1947, ya totalmente establecido y con un apellido que era sinónimo de calidad y belleza garantizada, Niemeyer recibe la oportunidad única de formar parte del grupo de arquitectos que planificó la construcción de la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York. Fue, finalmente, una combinación entre un diseño suyo y uno de su colega francosuizo Le Corbusier el que terminaría erigiéndose imponente en la Gran Manzana.

Llegada la segunda mitad de la década de los 50, Niemeyer recibió otra oportunidad de oro por parte de Kubitschek, ahora Presidente de Brasil, que consistía en ser asesor de la organización encargada de fundar la nueva capital del país, Brasilia… Y si ya entonces Niemeyer era un consagrado, este proyecto lo convirtió en leyenda: De su autoría son muchos edificios de la sede del gobierno del gigante sudamericano, como por ejemplo el Supremo Tribunal Federal, el Palacio de la Alvorada, la Capilla Presidencial, la Catedral Metropolitana, los Edificios del Parlamento y la Plaza de los Tres Poderes.

Congreso de la nación, Brasilia
Congreso de la Nación, Brasilia

Luego de construir Brasilia en tiempo récord (¡cinco años!), Niemeyer se dedicó a trabajar en países como Argelia, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia y más, a partir de los años 60 hasta los 80 (obligado por un exilio político). Es en esta última década cuando vuelve a Brasil a seguir trabajando hasta poco antes de su muerte. De esa época (exiliado y retornado) destacan obras como la Universidad Constantina en Argelia, la Embajada de Brasil en Cuba, el Memorial de América Latina en Sao Paulo, el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói, entre muchas otras más.

Semejante carrera a cuestas permitió que Oscar Niemeyer recibiera un nutrido número de premios por su destacada labor arquitectónica y artística en general. Entre los más resaltantes están:

  • Premio Lenin de la Paz (1963)
  • Premio Pritzker (1988)
  • Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1989)
  • Praemium Imperiale (2004)

Y así como la ciudad de Río de Janeiro tuvo el honor de ver nacer de sus entrañas a Oscar Niemeyer, también tuvo el privilegio de verlo inmortalizarse el 5 de diciembre de 2012, a la edad de 104 años… Murió el maestro de una infección respiratoria. Su cuerpo descansó en paz… Pero su legado, infinito, seguirá sólido por toda la eternidad.

Museo de Arte Contemporáneo de Niterói
Museo de Arte Contemporáneo de Niterói

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