Por casi tres décadas se ha labrado su camino al reconocimiento internacional con talento y carisma


El merengue venezolano contiene gran esencia del folclore venezolano, y sus registros musicales se pueden trazar hasta la segunda mitad del siglo XIX, pero que se popularizó en la década de 1920 cuando algunos compositores decidieron presentarse en espacios públicos e invitar a parejas de transeúntes a bailar.

Para entrar la segunda mitad del siglo XX, los salones de eventos más reconocidos de la capital dieron un paso importantísimo al abrir sus puertas para que conjuntos musicales de este género se presentaran en sus espacios y entretuvieran a sus invitados.

Así surgieron grandes orquestas, como la mítica Billo’s Caracas Boys o Los Melódicos, y desde allí, le han seguido muchas otras, como La Dimensión Latina y el Sexteto Juventud, por nombrar ejemplos, fueron otras orquestas que pusieron en alto el talento venezolano en el mundo. A partir de ellos, surgieron artistas en solitario que apuntaban a poner su grano de arena e internacionalizar este género.

Pero en 1990, Omar Enrique, un joven oriundo de Maracaibo (estado Zulia), comienza a labrar su propia carrera artística, poniendo corazón y esmero en cada canción y cada presentación que ha dado.

Su primer trabajo discográfico llegaría en 1994, con el título “No puedo estar sin ti”. Y desde allí, el éxito lo ha seguido en cada paso.

En 1997 promociona su segundo trabajo: “Omar Enrique y los Dan House”, de donde se desprenden canciones como El bailador, Latinoamericano y Eva.

Fue bautizado El Príncipe del Merengue en el programa “Super Sábado Sensacional”, justo cuando promocionaba su tercer álbum, “Arriba”, y lo impulsó en la vía musical del continente, sobre todo en Colombia.

Con cada disco y cada gira, Omar Enrique pone a bailar a todos en cada local donde suena, con temas que han dominado la cartelera radial venezolana en diversas oportunidades.

Omar Enrique es, sin duda, el merenguero más internacional de Venezuela, gracias a su talento, su voz inconfundible y un gran carisma, que se siente en cada tema que interpreta.

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