Catalina Saavedra e Hitzka Nudelman
protagonizan la segunda obra de la Compañía La Chueca, que relata historias de
amor LGTBQ+ a través del tiempo. Con dirección de Javiera Mendoza, se
presentará del 4 al 26 de abril, de jueves a domingo a las 20:00 horas.

Durante el mes de abril, Teatro del Puente recibirá el remontaje de la segunda
obra de la Compañía La Chueca, Y,Y,Y,Y,Y. Se trata de una experiencia sensorial
que se apoya de imágenes audiovisuales y de artificios sonoros para invitar al
público a viajar
 hacia diversas épocas de Chile, reviviendo historias de amor
lésbico y homosexual escondidas durante nuestro pasado y hasta nuestros días.


En ella, dos actrices se encuentran en la sala del Teatro del Puente, donde se
preparan para empezar el ensayo de una obra. Ellas son muy diferentes, una es
desordenada e impuntual, y la otra es muy rigurosa y se sabe los textos de
ambas. A medida que avanza la ficción, empiezan a entrar a diversos personajes
y a vivenciar diferentes situaciones.

Con dramaturgia de Nicolás Lange, dirigida por Javiera Mendoza y protagonizada
por Catalina Saavedra e Hitzka Nudelman, Y,Y,Y,Y,Y. busca apoyarse en la
belleza de las palabras para reflexionar sobre la convivencia del amor entre la
violencia. Se trata de la segunda puesta en escena de la compañía, luego del
éxito de Antes de morir quiero conocer el cielo.

“Es una obra sensible que relata varias historias de amor LGTBQA+.  No es
una obra sobre el horror de la tiranía que vivimos como país, por el contrario,
nos habla del amor y cómo este puede habitar en territorios donde el odio al
que piensa y ama distinto se instala como marca social”, explica Javiera
Mendoza, directora de la obra.

Tal como evoca su título, Y,Y,Y,Y,Y., aprovecha los espacios entre una palabra
y otra, entre un tema y otro, para encontrar un lugar fuera de todo juicio,
pretensión y moralidad, donde el absurdo encuentra un lugar oportuno, junto a
estas dos actrices conviviendo con sus diversos personajes, que nos guían hacia
un viaje profundo, donde encontramos en el abismo un lugar común.

De esta manera, la obra se propone la difícil tarea de descubrir si la  violencia y la belleza pueden llegar a ser
parte de un mismo lenguaje y se ofrece como un encuentro, que invita al público
a  tomarse un tiempo para detenerse y escuchar lo que ha resultado de los
últimos años de nuestra historia.

“Al ser un montaje que habla de la historia cruzada con amor, dolor, sueños y
anhelos hace que sea muy universal, pero al mismo tiempo el público se acopla a
esta experiencia escénica de manera muy particular y propia, donde afloran
recuerdos y prospecciones de nuestro país. Vemos, al terminar las funciones al público muy emocionado”, agrega Javiera Mendoza.

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