El convento de Santa María delle Grazie alberga una de las más grandes obras de Leonardo da Vinci, se trata de La Última Cena, fresco que será colocado en una urna con aire puro y clima perfecto, para de este modo garantizar la conservación de esta pieza por unos cinco siglos más.

Las personas que acuden al convento en Milán tienen la oportunidad de contemplar la pieza de Da Vinci por un tiempo máximo de 15 minutos. Cada vez ingresan al refectorio donde se conserva el fresco 30 personas y diariamente recibe la visita de más de 1.300 turistas.

La pieza, que fue realizada entre los años 1494 y 1497, fue elaborada con témpera y óleo, utilizando la técnica al seco, una estrategia artística que no es compatible con la humedad del ambiente. Al parecer el artista ignoraba que bajo el convento había una corriente de agua, que propició que la humedad en las paredes absorbiera el pigmento.

Especialistas de cuatro universidades trabajarán en el Cenáculo para diseñar el clima perfecto para esta pieza, que constantemente se encuentra bajo una permanente supervisión por parte de sismólogos y geólogos. De manera habitual se estudian las partículas de polvo que los visitantes traen consigo, y que se adhieren a la obra, pudiendo dañarla.

Se estima que el proyecto para garantizar la permanencia de esta gran pieza del arte universal supere los dos millones de euros.

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