La película ‘Speak No Evil’ hizo subir el pan hace dos años cuando su estreno en Festivales dividió a una crítica a la que su tremendista tercer acto dejó consternada. Ahora se presenta su remake americano, que es más bien una reimaginación, que viene avalada por Blumhouse Productions, cuya decisión de revisitar el título danés no auguraba nada especialmente estimulante, sin embargo ‘No hables con extraños’ es fantástica contra todo pronóstico.
Hacía tiempo que la tendencia en Hollywood de trasladar películas internacionales para nuevos públicos no se tomaba tan poco tiempo en “traducir” una obra para conseguir que el público americano, alérgico a los subtítulos, pase por el cine para ver una idea que merece la pena la transformación. Aunque principalmente las razones tradicionales sean la barrera idiomática, como marcó la ola de traslaciones de terror japonés en los 2000, este enfoque también permite a los cineastas explorar diferentes contextos culturales y dinámicas sociales.
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No es casualidad que el elegido para la operación, firmando también el guion, haya sido James Watkins, cuya ‘Eden Lake’ todavía crea escalofríos al recordar el potencial hostil de los adolescentes británicos. Su mirada a la historia de una familia estadounidense que, tras entablar amistad con una familia británica durante unas vacaciones, es invitada a su finca, recuerda constantemente a su célebre título de 2008, ya que es capaz de convertir el sereno status quo de la original en una verdadera parodia de los tópicos del “welcome to England”.
Además, la escapada idílica se convierte mucho más rápidamente en una angustiosa pesadilla psicológica, que en la primera tardaba más en llegar. Si aquella se centraba en reírse de la excesiva educación danesa y cómo esas convenciones sociales son absurdas, esta toma parte de esa motivación, pero incluye un choque cultural que mete de por medio una cáustica mirada a la diferencia de clases, con una especial atención a las convenciones de la educación de los hijos, un tema constante durante todo el largometraje, que de nuevo, nos lleva a los temas de ‘Eden Lake’.
Ambas películas tienen muchos puntos idénticos, pero esto no quiere decir que tengan la misma cadencia, ya que ‘No hables con extraños’ se mueve a mucha más velocidad, resolviendo problemas de ritmo, mejorando los gags de humor negro, las ironías y tiranteces más pequeñas que, incluso en el desarrollo de los diálogos aprovecha las buenas ideas de partida y las mejora e incluso las refleja, con un divertido juego especular con la película danesa especialmente indicada para los que ya la hayan visto y crean que no les puede sorprender.
Comedia negra de suspense irrespirable
Pero no es solo que el guion presente esté mucho mejor escrito, sino que los personajes están también más definidos y permiten que el nuevo reparto se apodere de ellos dando una nueva vida al enfrentamiento silencioso de los dos matrimonios compartiendo un fin de semana. Por supuesto, el más llamativo es James McAvoy, que se ha basado en el misógino Andrew Tate para crear su interpretación, aunque sea la siempre espectacular Mackenzie Davis la que se lleve el MVP del partido, con una irónica reacción a las trampas con el protocolo del primero que representa mejor la reacción del público.
Y es que en la danesa se planteaba la situación de tal manera que las razones para quedarse de la familia invitada eran forzadas y constantemente estiradas hasta el absurdo, de tal manera que, aunque siguiera con la tesis de “las buenas maneras consiguen que hagamos cosas que no queremos”, se hacía imposible de sostener, y quedaba la sensación de que el mensaje que buscaba dar el director era un castigo deliberado, una especie de lección moral para la que valía cualquier cosa, incluso una crueldad extrema en un clímax duro, pero que en el fondo estaba más vacío de lo que el director supone.
También están extraordinarios los niños, Scoot McNairy y Aisling Franciosi, la actriz que este año hemos visto en la tremenda ‘Stop Motion’, cerrando un reparto recogido por la cámara naturalista de Atkins, que no deja que su puesta en escena robe protagonismo al microcosmos de incomodidad creciente que plantea en un “cottage” inglés donde la hospitalidad envenenada va dejando pistas y detalles que van a tener su recompensa en su tramo final, que corona un divertidísmo intercambio entre suspense y perversidad que siempre mira al público de reojo.
Un tramo final espectacular
Es decir, la nueva película lima el nihilismo de la original, pese a quien le pese, para ofrecer una película mucho más disfrutable, juguetona, que cambia Haneke por Hitchcock y basa su terror en una clase maestra de tensión y comedia negra que no da puntada sin hilo, que utiliza el absurdo de la situación a su favor y dispara con dardos tóxicos a convenciones sociales y de estatus, con intercambios de líneas ágiles que analizan desde la condescendencia urbanita a la responsabilidad climática de las opciones de alimentación y cómo estas se relacionan con el privilegio.
Todo se corona con un fantástico y violento tercer acto sembrado de ideas, toma y daca que parece más un remake del de ‘Eden Lake’ con un toque de ‘Perros de paja’ y sabe explorar su geografía, recovecos, espejos y expectativas a un ritmo que no da tregua. Puede verse como una visión más tópica de la propuesta original, pero es muy consciente de ello, y no pretende reescribir aquella sino ofrecer otra experiencia muy distinta porque repetirla no tendría sentido, con lo que nos queda un “elige tu propia aventura” en la que puedes optar por una versión más lúdica y retorcida, por qué no, y otra más turbia y sin asideros morales.
De cualquier forma, Atkins sigue explorando aquí el conflicto entre perfiles laborales de élite o de clase obrera, dibujando de nuevo con poca amabilidad a la segunda, pero sin la idea de plantear un comentario definitivo, sino entablar una conversación con la diferencia económica y lo que supone también en cómo se transmiten determinados estereotipos de la vulgaridad en la propia concepción de la mirada. De cualquier forma, esta ‘No hables con extraños’ es la mejor película de Blumhouse desde ‘Black Phone’, tras un año especialmente calamitoso con títulos como ‘La piscina’ o ‘Imaginarium’.
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