Es viernes y, para más señas, ‘viernes negro’ en los Estados Unidos. Un tradicional día en el que queda oficialmente inaugurada la temporada de compras navideñas, y las grandes tiendas se apresuran a ofrecer interesantes rebajas que desatan cierta locura entre la población, reflejando mucho de lo que es la cultura consumista de ese país… Una cultura que, por cierto, Hollywood se ha encargado de mostrar muy bien en la gran pantalla.

Y es que abundan las escenas de este tipo en las producciones de la Meca del Cine. Sin embargo, no todas ellas quedan marcadas en el imaginario colectivo de la población y se convierten en icónicas. Ese privilegio queda reservado para unas pocas y, sobre todo, una muy particular: la secuencia de compras de la película Mujer Bonita.

Muchos la consideran el montaje de compras más emblemático en la historia de la industria. Y no, no precisamente porque allí se vea la locura que un día como el ‘viernes negro’ desata. Más bien es por la forma cómica y simple, pero a la vez cargada de potentes mensajes, en que está filmada. El contexto de la película en general le da a esta escena su muy merecido puesto entre las más trascendentales.

Mujer Bonita, cinta del año 1990 dirigida por el fallecido Gary Marshall y protagonizada por Richard Gere y Julia Roberts, cuenta la historia de un millonario ejecutivo que contrata los servicios de una prostituta de la cual se termina enamorando (y ella de él). En el proceso, el adinerado hombre decide poner a disposición de la chica todo su poder económico para comprarle ropa de alta factura, y es allí donde entra en juego la popular escena.

De hecho, más que una escena, son dos que se complementan: Primero, la chica va a comprar en una tienda de Rodeo Drive (Los Ángeles) en la que, además de no ser atendida, es tratada con burlas y segregación (recordar que es prostituta y viste como tal). Segundo, al día siguiente la chica y el ejecutivo van juntos a otra tienda cercana y allí sí, con la influencia del dinero del caballero, se desarrolla la acción.

La prostituta es tratada como una reina y se prueba cuanta ropa puede, mientras los encargados de la tienda hacen lo posible y lo imposible para complacerla, hipnotizados por el dinero que generará esa venta. Al ritmo de la canción Oh, Pretty Woman de Roy Orbison, la chica hace sus compras y sale del establecimiento vestida como una dama de alta sociedad.

Al pasar por la boutique que tan mal la trató el día anterior, la mujer decide entrar, sorprender a las encargadas del lugar con su nuevo look y ponerlas en su sitio… Toda una secuencia magistral cargada de simbolismo que toca temas que va desde las clases sociales hasta la discriminación, y que desde que se estrenó la película es parte imborrable de la cultura popular.

A continuación, disfruta de esta divertida, simbólica e icónica escena:

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