La nueva tendencia escultórica que se viene desarrollando en el País Vasco, está encaminada a romper con los cánones establecidos por los artistas mayores, cuyos nombres son reconocidos a nivel mundial, como Chillida, Oteiza o Nagel.

La idea de liberación que sienten las nuevas generaciones de escultores vascos en nada se relaciona a los sentimientos de aquellos otros grandes artistas que fueron capaces de colocar el arte en el pos-modernismo, y que buscaban constantemente asentar la identidad colectiva, persiguiendo para ello diversos mitos y tradiciones, y si no, creándolos.

Todo esto trae consigo una sola expresión: ¡Aires nuevos se respiran! Aires que piden cambios, y  se dan naturalmente, ya que crecieron en una cultura políticamente y socialmente conflictiva, con varios movimientos de liberación. A este movimiento se han adherido casi sin querer, dejando de lado el compromiso y la disciplina artística.

Nombres como Txomin Badiola, Cristina Iglesias, KoIdobika Jáuregui, Pello Irazu o Ángel Bados van tomando cada vez más fuerza, tanto a nivel nacional como internacional, y al parecer, están contagiando a toda España con su estilo, alejado completamente del sentido metafísico de los anteriores.

Entonces, ¿Qué sucederá a partir de este momento? Eso no podríamos predecirlo, pero seguramente, los cambios serán bastante profundos y casi seguramente, contagiarán al resto de los escultores de la región y posiblemente vayan viajen hacia otros continentes.

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