El trabajo de los prescriptores a la hora de afrontar un proyecto arquitectónico es multidimensional. Se deben tratar muchas perspectivas como el terreno, la eficiencia energética, los materiales… y todo dentro del presupuesto previsto, siendo una labor holística en la que hay que estar al día de las últimas innovaciones para tener el mayor arco de posibilidades posibles. Dentro de esas nuevas opciones se encuentra la lana de oveja, cuyos principales usos siempre han estado alejados de la construcción pero que en la actualidad se ha convertido en una verdadera alternativa de material sostenible para la construcción, en especial, para el aislamiento de los edificios.

Material histórico

Como comentábamos anteriormente, la lana de oveja no ha sido utilizada comúnmente por la industria constructiva europea, pero en otros lugares del mundo este material sí está presente en sus edificaciones tradicionales. La cultura que más ha utilizado este componente es la mongola, donde, con una población consuetudinariamente rural y nómada, siempre ha tenido una mayor dependencia de los materiales naturales que encontraban allí donde permanecían. Por eso, las yurtas utilizaban fieltro y tejidos almohadillados de lana de oveja como capa aislante en sus paredes.

Si algo demuestra el empleo durante siglos de este material por parte de los mongoles es su fiabilidad como aislante térmico, ya que las condiciones meteorológicas a las que se veían sometidas las construcciones estacionales son muy difíciles de superar sin una buena protección climática.

Características de la lana de oveja

La lana de oveja ejerce en las construcciones una labor similar a la que realiza en los animales y la ropa: proteger de las temperaturas extremas, como demuestra su baja conductividad térmica: 0,042 W/m.k. También ejerce como aislante higroscópico, ya que regula la humedad de forma natural, absorbe vapor de agua cuando es excesivo y lo desprende cuando el ambiente está seco. De hecho, puede absorber hasta un 50% de su peso en agua sin perder sus propiedades aislantes.

Al margen de sus características como protector térmico, la lana de oveja también destaca por su ligereza, elasticidad y maleabilidad. Además, tiene una instalación muy ágil y sencilla en sus diferentes formas: los fieltros se unen entre sí mecánicamente sin necesidad de uso de horno o ligante químico; los mantos pueden sujetarse mediante grapas y las lanas a granel permiten una instalación a través de la técnica de la fricción.

Otras ventajas e inconvenientes

Por su carácter natural, la lana de oveja es un material totalmente sostenible, ya que gracias a que forma parte del ciclo de vida estacional de las ovejas es fácilmente renovable y permeable a un reciclaje continuo. Además, su producción emite considerablemente menos emisiones perjudiciales para el medio ambiente que otras opciones.

También resulta un aislante completamente sano y amigable, ya que no desprende ningún tipo de sustancia tóxica. Además, tanto para cuando termina su vida útil, así como para los desperdicios que genera durante su transformación, es un material totalmente biodegradable, por lo que no genera residuos sólidos ni ninguna externalidad negativa para el medioambiente.

Por otro lado, también tiene ciertas desventajas con respecto a los materiales aislantes convencionales. Algunos ejemplos son su coste superior o que su nula toxicidad dependa no solo del tratamiento del vellón después de la esquilmación, sino que si las ovejas han sido tratadas con insecticidas y fungicidas pueden provocar que la lana contenga residuos no totalmente inocuos.

Estamos por tanto ante un material que en otras culturas lleva siglos utilizándose como aislante térmico e higroscópico y que poco a poco se están implantando como una alternativa viable en la arquitectura sostenible mundial. La lana de oveja como elemento constructivo está aquí para quedarse.

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