«Cuando despertó, Gregorio Samsa, después de un sueño agitado, se encontró en su cama transformado en un espantoso insecto», estas son las líneas que da inicio a la novela de la Metamorfosis de Franz Kafka. Nacido en Praga en 1983 y muerto a los 31 años de edad víctima de tuberculosis.

11 metros de altura, 39 toneladas de peso y 42 placas de acero bastaron para rendir tributo a uno de los más grandes novelistas del siglo XIX. David Černý , escultor nacido en 1967, es el autor de esta hazaña contemporánea, La Metamorphosis.

Inaugurada en 2007 en el Parque Tecnológico del Corporativo Whitehall en Charlotte, Carolina del Norte en Estados Unidos y luego replicada y expuesta por primera vez en movimiento el 31 de octubre de 2014 en Praga.

La primera réplica de La Metamorfosis se encuentra  sobre un espejo de agua  de amplias dimensiones  donde se  contempla la idea y el cambio, el cinetísmo. Recordando al hombre y al insecto pero también transmitiendo de aquél  adelantadísimo escritor algo tan moderno y actual dentro de nuestro devenir: la mutación.

«Lo que Banksy es al mundo, Černý es a Praga».  Escultura que hipnotiza y que polemiza y quizás revive también la relación de amor y odio que el escritor tenía con la ciudad de Praga. En lugar de un amplio recipiente de agua, lo que se instaló en Praga fue una escalera que le permite al espectador mirar por dentro de la cabeza.

 La Metamorfosis de David Cêrný nos regala no solo el recuerdo que honra el legado kafkiano, sino que también nos invita a reflexionar sobre el arte cinético. Quizás porque es este el responsable de sacar del recinto a la obra, es decir, salir de lo cubierto y mostrarse a la vuelta de la esquina y al acceso de todo transeúnte algo que siempre nos conmoverá de las Artes: la belleza.

 Bloques que giran 360° La Metamorfosis se encuentra en  la Avenida Nacional (Narodni trida), sobre la estación de metro, y en frente del centro de negocios Quadrio.

«Vamos. Acérquense ya. Tienes que olvidar todo lo ocurrido. Hacedlo también por mí», nos dice unas de las últimas líneas de la novela. Quizás también pareciera que fuera el mensaje de esta cabeza giratoria, lo inestable y el cambio, la ganancia de lo moderno: el olvido.

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