Aunque contemplar una pieza de ballet es una de las experiencias más sublimes y evocadoras del mundo de la danza, detrás de toda esa gracia, se encuentra la dura realidad que estos artistas deben enfrentar a diario: la salud de sus pies. Los exponentes más conocedores de este arte hablan de las crueles zapatillas de ballet como una especie de corsé isabelino que tortura sus vidas.

Estos artistas, que tienen una condición admirable si se los compara con atletas pertenecientes a disciplinas como el fútbol americano o el baloncesto, tienen que sortear una serie de molestias y lesiones, ya que a diferencia de los atletas, los bailarines clásicos no cuentan con calzados que protejan la salud de sus pies.

Obligados a hacer sorprendentes piruetas sobre el escenario, los bailarines de ballet no cuentan con zapatos reforzados o acondicionados, como los atletas, que siempre tienen a disposición la más sofisticada tecnología en cuanto a la evolución del calzado, para protegerlos de lesiones u otros problemas físicos ocasionados por un mal soporte.

La doctora Lisa M. Schoene, podóloga de Chicago que atiende tanto a atletas como a bailarines profesionales, asegura que las estrellas de la danza superan por mucho a los deportistas, realizando piruetas y rutinas que les exigen más, física y mentalmente, sin contar con la protección necesaria.

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