Madrid,

Es un artista prácticamente desconocido en Europa, donde no se le brindaba ninguna retrospectiva desde hace sesenta años, y tampoco se le había dedicado hasta ahora ninguna antología en España, pero ese cierto olvido a este lado del Atlántico contrasta con su popularidad en Estados Unidos, donde alcanzó en los cincuenta un reconocimiento importante, sobre todo a raíz de representar a este país en la Bienal de Venecia de 1954, junto a Willem de Kooning; su fama decaería algo después, por la primacía del expresionismo abstracto. Representante destacado del realismo social y defensor de la justicia para todos, Ben Shahn, de origen lituano, abordó en su obra asuntos esenciales de la historia del siglo XX, no solo americana (de la Gran Depresión al mccartismo, del Holocausto a la Guerra Fría), y también otros espirituales y trascendentes que ligaba a sus inquietudes humanas. Se manejó en el terreno de la crítica a los abusos, pero igualmente en el del humor y, en muchos casos, la ternura hacia sus normalmente anónimos modelos.

En el 125 aniversario de su nacimiento, dos centenares de sus trabajos en distintos medios (pinturas, acuarelas, gouaches, carteles, bocetos, pinturas y dibujos), procedentes de colecciones públicas y privadas en su mayoría estadounidenses -también en algún caso españolas-, pueden contemplarse en el Museo Reina Sofía acompañados de abundante documentación. Dan fe de la honda preocupación de Shahn por los derechos civiles y laborales, en último término humanos, y del cariz lírico de su producción, a menudo en relación con la fe judía que profesaba su familia: incorporó a sus composiciones referencias al Talmud y utilizó el hebreo. También analizaremos sus fuentes: su empleo de la fotografía (veremos que colaboró con Walker Evans), su recurso a motivos que reutilizaba y su búsqueda de caminos artísticos propios y que le permitieran llegar a un público extenso, seguramente una de sus mayores ambiciones.

Vista de la exposición Ben Shahn. De la no conformidad. Museo Reina Sofía
Vista de la exposición Ben Shahn. De la no conformidad. Museo Reina Sofía

Emigró Shahn de Lituania a América siendo niño, en 1906: se asentó en Nueva York, donde comenzó a trabajar como aprendiz de litografía para ayudar económicamente a su familia, y su posterior vocación artística le hizo viajar a África y Europa; estuvo inevitablemente en París, donde sabemos que coincidió casualmente con Picasso en un café y donde se interesó además por Cézanne y la Escuela a la que da nombre la capital francesa. Tras sus visitas a Francia, y sobre todo a partir de la crisis del 29, decidió que su lenguaje debía partir de sí mismo y sus temas quedarían vinculados a sus propias vivencias y preocupaciones, entre ellas condenas judiciales injustas, como las que afectaron a Dreyfus -dedicó una serie de acuarelas a protagonistas de su caso-, a los inmigrantes italianos Sacco y Vanzetti, ejecutados por cometer supuestamente un asesinato del que la mayoría los consideraba inocentes -a ellos les brindó lienzos de formas muy planas y líneas contundentes-, o Tom Mooney, sindicalista de origen irlandés que fue igualmente apresado con demasiada rapidez tras un atentado en San Francisco; en este asunto centró el artista gouaches y una obra al temple.

Seguramente por su estilo desposeído de anécdotas, y por su atención tenaz a aquellos temas sociales donde podía asomar el arbitrio y el prejuicio, llamó la obra del lituano la atención de Diego Rivera: con él llevó a cabo su mural del Rockefeller Center, pero la obra terminó siendo censurada por lo evidente de su posicionamiento político. Aquella falta de apoyo, y el auge en Europa del fascismo en ese mismo tiempo, terminó por decantar a Shahn aún más a posiciones izquierdistas y hacia la crítica social.

Algunos de los proyectos reunidos en el Reina Sofía veremos que, más que como herramientas para señalar males, fueron concebidos como instrumentos para el cambio; su compromiso le llevó a formar parte de la Artists´Union y a ser editor y diseñador de su revista y trabajó igualmente, durante un tiempo, para el propio Partido Comunista. Apoyaría el New Deal de Roosevelt y también obtuvo empleo de la Resettlement Administration, concebida para mitigar los males derivados de la crisis agrícola y las tormentas de polvo: sus fotos -en la senda documentalista de Evans, Lange o Russell Lee-, y los pósters que elaboró junto a su esposa, la también artista Bernarda Bryson, vinieron a recalcar la necesidad de esas ayudas. Además, no solo apuntaban a la pobreza, también al segregacionismo.

Vista de la exposición Ben Shahn. De la no conformidad. Museo Reina Sofía
Vista de la exposición Ben Shahn. De la no conformidad. Museo Reina Sofía

Justamente a raíz de encargos de la Resettlement Administration ambos se trasladaron a Washington, donde sus propuestas, crudas tanto en el fondo como en la forma, y de estilo gráfico, continuaron concienciando sobre la situación que atravesaban los agricultores. En el caso de las fotografías de Shahn, será clara su posterior huella en sus pinturas, como las llamadas Sunday Paintings, y aunque sus reclamaciones eran colectivas, es posible encontrar en ellas cierto ensalzamiento del esfuerzo individual, de la tarea ardua de uno solo.

Aquella colaboración con Rivera en un mural no fue su única incursión en este formato: realizó varios más en apoyo del New Deal, aunque no desde una perspectiva solamente propagandística o patriótica, sino más compleja. Algunos no llegaron a ejecutarse, pero casi todos reclamaban protección hacia los obreros urbanos o rurales; el más conocido fue El significado de la Seguridad Social (1940-1942), destinado al edificio de este organismo en la capital estadounidense, y en él representó a sus principales beneficiarios (ancianos, desempleados o discapacitados), pero también, valientemente, a quienes no lo serían (agricultores, trabajadoras del hogar). Retrata a extensas cuadrillas ligadas a obras públicas, pero sin glorificarlas al estilo soviético ni tampoco ensalzando el american way of life; hoy sus composiciones nos resultan, en su compromiso, más genuinas.

Esa misma implicación le llevaría a dirigir la División de Artes Gráficas del Comité de Acción Política del Congress of Industrial Organizations, para el que desempeñó trabajos que reivindicaban el valor de las tareas manuales. En algunos de ellos abogó por la reelección de Roosevelt en 1944, pero el tono cambió un par de años más tarde, cuando Truman mostraba cierto recelo del sindicalismo: aludió a los conflictos entre asalariados y empresarios, a las dificultades derivadas de la II Guerra Mundial o a los peligros de las armas nucleares. Otros dos años después, se comprometió con el Partido Progresista y subrayó las malas condiciones entre los mineros.

Ben Shahn. We french workers warn you... defeat means slavery, starvation death, 1942
Ben Shahn. We french workers warn you… defeat means slavery, starvation death, 1942
Ben Shahn. Remember the Wrapper, 1945. Hirshhorn Museum & Sculpture Garden
Ben Shahn. Remember the Wrapper, 1945. Hirshhorn Museum & Sculpture Garden

Durante la contienda, por cierto, se desenvolvió como artista para la Office of War Information, que promovía el apoyo público a la participación estadounidense, y en el Reina Sofía veremos algunos de sus pósters, como This Is Nazi Brutality o We French Workers Warn You; otros no llegarían a circulación, en ocasiones por su dureza, en fondo o forma, y otras por la ambigüedad de su mensaje. En todo caso, sabemos que las fotografías de la guerra a las que tuvo acceso le impresionaron y que en algunas pinturas trató de expresar los enormes vacíos que detectó en ellas por la vía del simbolismo; es el caso de Carnival (1946); de Allegory, referencia velada, pero llena de expresividad y ecos clásicos, al exterminio de sus correligionarios; o de New York (1947), que alude tanto a esa fe como a su experiencia como migrante.

Ben Shahn. Carnival, 1946. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
Ben Shahn. Carnival, 1946. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

El mccartismo supuso la persecución, esta vez judicial, del artista, que en las épocas crudas de la Guerra Fría denunció, desde la sátira, la connivencia de ciertos líderes democráticos con dictadores y formuló nuevas alegorías o advertencias sobre las devastaciones que podría traer la era atómica; en aquella misma etapa, apoyaría Shahn los movimientos por los derechos civiles en Estados Unidos (retrató a Luther King) y los anticoloniales (hizo lo mismo con Gandhi).

Finaliza esta retrospectiva con su producción última y de cariz más espiritual: imágenes dedicadas a historias bíblicas y textos hebreos, su visión de misterios del mundo o de las más terrenales protestas en torno a la guerra de Vietnam.

Ben Shahn. 1943 AD, hacia 1943. Syracuse University of Art Museum
Ben Shahn. 1943 AD, hacia 1943. Syracuse University of Art Museum
Ben Shahn. Identidad, 1968. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
Ben Shahn. Identidad, 1968. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

 

 

Ben Shahn. “De la no conformidad”

MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA. MNCARS

c/ Santa Isabel, 52

Madrid

Del 4 de octubre de 2023 al 26 de febrero de 2024

 

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