En la búsqueda constante de soluciones que garanticen la seguridad y protección en los edificios, la atención hacia la prevención y control de incendios es esencial para evitar catástrofes. Por tanto, es importante considerar que, en situaciones de emergencia, es imprescindible contar con materiales con una buena reacción al fuego, que ayude a las estructuras más importantes de una construcción a resistir durante los momentos críticos.

En este contexto, el colchón radicular se convierte en una opción destacada para la protección de los edificios. Este material es un aislante biodegradable y 100% natural, fabricado a partir de raíces sin modificaciones genéticas ni aditivos químicos. Con estas raíces se conforma un colchón que, además de aislar térmica y acústicamente los muros, suelos y techos de las construcciones, destaca por su alta resistencia al fuego.

Producción con baja huella ecológica

La fabricación de este material dura entre 10 y 15 días y se desarrolla en el interior de cámaras aisladas, donde se produce el cultivo hidropónico -sin tierra y con agua rica en nutrientes- de semillas de grano de avena o cebada, utilizando bandejas que definen el espesor requerido de las raíces.

Este proceso de germinación puede realizarse en cualquier clima y ubicación geográfica, dejando una baja huella ecológica al requerir consumos mínimos de energía y agua.

Las buenas prácticas ambientales del proceso de producción del colchón radicular se complementan con una instalación fácil y rentabilidad económica a largo plazo. Este material sostenible suele comercializarse en forma de paneles de 50×60 centímetros y entre 3 y 5 cm de espesor.

Por otro lado, aunque su precio unitario es más elevado que el de otros aislamientos convencionales, la eficiencia y durabilidad del material compensan a largo plazo este coste adicional. La resistencia al fuego de este material, superior a la de otros aislantes, aumenta el tiempo de reacción en caso de emergencia y ofrece una mayor protección y seguridad.

Usar materiales con capacidad para reducir los flujos de calor a través de ellos facilita la reducción del consumo de energía para enfriar y calentar los hogares. En este sentido, un buen aislamiento ayuda a reducir el calor en el interior durante el verano, y el frío en invierno, disminuyendo la necesidad de utilizar aire acondicionado y calefacción, respectivamente.

Los aislantes sostenibles destacan por su contribución a reducir la huella ambiental. Además, son materiales duraderos, reciclables y biodegradables. El colchón radicular, el corcho, el cáñamo, el algodón o el lino son recursos naturales que se caracterizan por estas propiedades y su buen aislamiento térmico y acústico.

La progresiva incorporación de prácticas sostenibles en la construcción busca asegurar el bienestar de las personas al tiempo que garantiza las buenas prácticas ambientales. El papel de los aislantes térmicos naturales es fundamental para construir viviendas energéticamente eficientes y, como en este caso, para contribuir a que sean más seguras.

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