La controversial historia de Sergei Polunin quedó plasmada en el documental Dancer, film que se estrenó hace solo algunos días en Europa atrayendo a las salas de cine a la audiencia especializada, entre ellos a los grandes seguidores del controversial bailarín clásico ucraniano, bautizado en algún momento por el Daily Telegraph como el James Dean de la danza.

Lleno de tatuajes, tiene más de una docena, algo prácticamente proscrito en el mundo del ballet clásico, y con una actitud de franca rebeldía como resultado de su difícil situación familiar y un mal manejo de la fama, que lo alcanzó muy joven, cuando se convirtió a los 19 años en el Primer Bailarín de la Royal Ballet, Polunin es, a los ojos del mundo, el chico malo de la danza.

Sus excesos, primero con el alcohol, luego con las drogas, lo obligaron a sellar su propia debacle en el mundo del ballet clásico, a donde había ascendido entre los elogios de la crítica, que se atrevía a compararlo con el propio Rudolf Nureyev. Las principales compañías del mundo se negaban a trabajar con él, optando por otros talentos más estables y predecibles.

Dancer, el film que narra la vida de Polunin desde su infancia, cuando abandonó su humilde vida en Ucrania para estudiar ballet en la capital inglesa, hasta los momentos más duros de su carrera en los principales escenarios de Europa, es un viaje a través de su caída y redención.

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