Una de las características más resaltantes de la arquitectura es su enrome capacidad de adaptarse a los retos y contribuir a necesidades tan específicas y diversas como lo son, por ejemplo, las sociales, culturales y religiosas. Ejemplo claro de ello se da en el Monumento Manto de María en Barquisimeto.

Esta impresionante obra es todo un logro pues, efectivamente, resume a la perfección la capacidad integradora de la arquitectura, algo que entendió desde un principio Construcciones Yamaro, la empresa dirigida por Armando Iachini que se encargó (conjuntamente con la Constructora Tevial) de levantar lo que ya es hoy un ícono de la ciudad larense, un imán turístico poderoso, y un símbolo religioso de alto vuelo.

46 años de experiencia interconectando a Venezuela (gracias a proyectos como las autopistas Acarigua-Barquisimeto, Clarines-Píritu, Cantaura-El Tigre, la José Antonio Páez y la Gran Mariscal de Ayacucho, así como del TransAnzoátegui y TransLara, y de la terminación de la Circunvalación Norte de Barquisimeto) fueron más que suficientes para que Construcciones Yamaro y sus colaboradores entendieran, como siempre, que toda obra es más de lo que en sí misma representa.

Y el Monumento Manto de María representa mucho más que un proyecto: Es amor y pasión católica de un pueblo todo que, por ejemplo, cada 14 de enero visita Barquisimeto para rendir honores a la Divina Pastora (imagen representada en la gran obra), es contribución directa al bienestar socioeconómico de una región entera, y es realización en el sentido más estético de la palabra pues, obviamente, se trata de una construcción hermosa.

Nuestras empresas pusieron un sello nacional en esta monumental obra”, dice Armando Iachini al referirse al Manto de María. Y no, no lo dice por decirlo: Se trata de que su compañía, Construcciones Yamaro, le imprimió al proyecto toda la venezolanidad que pudo para que, al final, el resultado terminara siendo todo lo icónico que ya es, todo lo contributivo que es, y todo lo importante que es.

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