En el año 1992 el nombre de España brilló en el mapa moderno con la inauguración de la Exposición Universal, enorme muestra que no se realizaba desde el año 1970 en Osaka y que colocaba a la tradicional ciudad ibérica en el epicentro de las tendencias tecnológicas de la época.
Expo 92 de Sevilla contó con más de cien pabellones, algunos de ellos de una belleza sorprendente. Aunque estaba previsto que muy pocas de estas creaciones arquitectónicas sobrevivieron tras el cierre de la exposición (solo 10 debían seguir en pie prestando servicio), en la actualidad 32 de ellos perviven, en condiciones de escasa conservación muchos de ellos.
La crisis financiera de comienzos de los noventa en España retrasó el desarrollo del proyecto Cartuja 93, que pretendía hacer de este lugar un parque científico y tecnológico, valiéndose en parte del uso de algunos de los pabellones que habían sido edificados para la exposición.
Las estructuras tenían como complemento a un triple eje cultural, que comprendía el Teatro Central, el Pabellón de la Navegación y el Centro de Arte Contemporáneo (CAC).
Estas instalaciones venían acompañadas de una oferta de entretenimiento, centrada en Isla Mágica, un parque de atracciones que funcionaba cada noche durante la exposición universal, y la Plaza Sony, recinto en el que aún hoy en día se realizan conciertos.