Hace algún tiempo una interesante investigación demostraba los efectos de la música sobre los diseños que se forman sobre el agua congelada. El experimento estuvo a cargo del doctor Maseru Emoto y llevó por nombre The Hidden Messages in Water.

Este científico, especialista en medicina alternativa en Japón, demostró que la música clásica es capaz de propiciar en el agua la formación de cristales tan armónicos y complejos como los que encontramos en los copos de nieve, mientras que patrones musicales como el rock, causan la formación de cristales irregulares.

Para probar su teoría, Emoto recurrió a música de Beethoven y Bach, incluso empleó temas del Tibet Sutra y la danza folclórica Karachi, resultando todos estos géneros en hermosos patrones de cristal sobre el hielo.

La investigación de Emoto, que ha sido reseñada en gran cantidad de libros referentes al tema, demuestra el bienestar que es capaz de propiciar la música clásica, género que estimula la capacidad cerebral y la creatividad en las personas.

Adicional a esto, posee propiedades curativas, reduce el estrés y nos ayuda a expresar nuestras emociones. Emoto en su estudio considera a la energía como vibraciones que atraviesan la materia, estas vibraciones incluyen las ondas sonoras de la música.

Considerando que el cuerpo humano está compuesto en su mayoría por agua, Emoto llegó a la conclusión que piezas como El Danubio azul de Johann Strauss II, pueden revitalizar el sistema nervioso central.

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