Las repercusiones de la decisión de la Academia Sueca de premiar a Bob Dylan con el Nobel de Literatura ya comienzan a sentirse en el entorno y a la pregunta de si David Bowie pudiera haber recibido un reconocimiento como este en vida, se suman las sensaciones que produce el fallecimiento del cantautor canadiense Leonard Cohen.

Cohen, quien murió hace pocos días, fue uno de esos compositores que supieron hacer comulgar a la música y a la poesía (tal y como ocurría en la antigüedad clásica, en la que el hecho poético no podía ser concebido sin que la musicalidad de ciertos instrumentos, como la lira, le acompañasen).

A diferencia de Bob DylanCohen no se dejó embriagar por el rock, pero es considerado uno de los grandes compositores del siglo XX, que podría haber alcanzado la venia de la Academia Sueca si su revolucionaria decisión hubiese llegado al universo literario unos años antes.

Abierto un debate que no se cerrará en mucho tiempo, algunos críticos literarios hacen un ejercicio humanizando a la poesía de mediados del siglo XX y colocándola frente a personajes tan conservadores como Juan Ramón Jiménez, T.S. Eliot o Pablo Neruda.

Esa poesía, ávida de emociones, se gira en redondo ante la imagen de estos tres escritores y decide embarcarse en un viaje con unos jóvenes llamados Dylan y Cohen, con los que está segura de que lo va a pasar mejor. Años más tarde, podemos ver los resultados de sus aventuras.

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