Existen excursiones e itinerarios de viaje que son, verdaderamente, un encuentro con la historia. En muchas de estas opciones las ruinas arquitectónicas juegan un papel crucial, como ocurre con los restos de la ciudad de Éfeso en Turquía, en la que los turistas pueden ver maravillas como la fachada de la Biblioteca de Celso, de un marcado estilo clásico.

Una de las bellezas arquitectónicas más notables de Etiopía es la ciudad subterránea de Lalibela. El complejo está integrado por once iglesias monolíticas que fueron laboriosamente talladas por la mano del hombre en la roca viva durante los siglos XII y XIII. Cuna de la iglesia ortodoxa etíope, una de las ramas más antiguas del cristianismo, muchos peregrinos acuden aún a Lalibela.

La Ciudad Prohibida de Pekín es una de las joyas históricas de China. Para nuestro disfrute ya no es prohibida y es posible acceder a ella para conocer sus bellezas arquitectónicas, así como la gran historia que alberga. Fue el hogar de 25 emperadores durante cinco siglos y en ella se concentró todo el poder dinástico. Desde la Puerta de Tiananmen (acceso) hasta la Puerta del Poder Divino (salida) hay casi un kilómetro de maravillas por recorrer.

Ayutthaya es una de las joyas de Camboya, a pesar de que Angkor Wat le haya restado protagonismo. Las ruinas de su palacio, repletos de efigies de Buda y sus chedi, son uno de los grandes atractivos de este lugar, que en su época de esplendor llegó a contar con 400 templos, la mayoría de ellos arrasados en el siglo XVIII por el ejército invasor birmano. Una docena de ellos se ha recuperado.

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