Con varios minutos de aplausos culminó el debut de Gustavo Dudamel en el Teatro Real, el pasado sábado en la noche, donde Mahler y Berlioz, interpretados por la Filarmónica de Viena, fueron protagonistas del repertorio.

Tuvo muy poco tiempo para la prueba acústica con la Filarmónica de Viena porque al camión que transportaba los instrumentos se le desinfló un caucho y se retrasó su llegada al Real, pero al final todo quedó bien.

Dudamel y la Filarmónica de Viena han hecho resonar dos obras revolucionarias en su tiempo: la Sinfonía fantástica de Berlioz, un ícono del espíritu convulso y apasionado del romanticismo, y el adagio de la Sinfonía 10 de Mahler.

“Es un programa que tiene algo de ecléctico. No hay relación entre ellas. La de Mahler es una obra inconclusa, de una belleza infinita, y la de Berlioz es muy virtuosa y da mucho brillo a cada sección y a cada músico”, resumió el director que, junto con la Filarmónica de Viena, actuará en Barcelona, Múnich, Ciudad de México, Bogotá, Buenos Aires y Santiago de Chile.

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