Gracias a la influencia de Gustavo Dudamel, quien logró dirigir la Orquesta Sinfónica Juvenil de Los Ángeles hace pocos meses, han sido muchos los jóvenes y niños venezolanos que se han animado a formar parte de la música clásica.

Esto debido a que el criollo ha demostrado lo positivo que resulta ser integrante de este tipo de actividades y de lo provechoso que es invertir tiempo en esta faceta, transmitiendo en cada evento musical esa energía contagiosa que hace vibrar la sangre tan solo escuchar la melodía.

De igual forma, este género musical plantea la adquisición de significados asociados a valores como la determinación, el honor al mérito, el esfuerzo y la disciplina, aspectos necesarios en las personalidades de la sociedad moderna.

Esta moda nació en 1975 con la Sinfónica Juvenil Juan José Landaeta, y poco a poco ha adquirido fuerza y presencia en la escena cultural venezolana, llegando a traspasar las fronteras nacionales visitando países como México, Estados Unidos y Colombia.

Como punto importante, más del 75% de todo el alumnado no proviene de la clase media alta del país, e incluso muchos han sido descubiertos como importantes talentos luego de haber caído en malos pasos y haber encontrado en la música clásica una oportunidad para reivindicarse.

Todo esto ha sido posible gracias al esfuerzo de organizaciones sin fines de lucro que también facilitan el reingreso de los individuos a la sociedad, reingreso con el cual muchos han logrado reconstruir sus vidas, mientras que otros han aprovechado las bondades de este género musical para potenciarla aún más.

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