Este año 2016, que se aproxima a su fin, nos ha dejado al menos un par de interrogantes literarias: ¿Quién necesita un Premio Nobel? y ¿realmente era necesario saber quién era Elena Ferrante?

Tanto la indiferencia de Bob Dylan al galardón de la Academia Sueca, como el escándalo literario que surgió a comienzos de octubre al ser develada la verdadera identidad de Elena Ferrante, dejó a muchos pensando acerca de cuál es el camino que ha de seguir la literatura, y las artes en general, de aquí en adelante.

Apartando el caso de Dylan, que da para mucho, enfoquémonos en el caso de la elogiada escritora italiana, que supo mantener por años un velo de misterio sobre su identidad, mientras sus emotivos libros que retrataban a la Italia de las últimas décadas se vendían como pan caliente.

Anita Raja es la mujer que se encuentra detrás del seudónimo de Ferrante. Resultó ser una traductora desconocida por el público, que además gozaba de una holgada situación financiera, dividendos que le permitieron a los investigadores que estaban tras su huella dar con su verdadera identidad, indignando a todo el sector literario.

Por algún tiempo, Raja se negó a que su imagen apareciera en la solapa de sus novelas, no concedía entrevistas y se mantuvo muy tajante con su editora acerca del celo con el que pretendía defender su identidad. Ahora, que la cotizada traductora ha decidido asumirse desenmascarada, dice sin tapujos que le importa muy poco que haya sido descubierta.

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