20 abril, 2024

Leonardo DiCaprio pudo ser Lex Luthor en ‘Batman v Superman’, y no fue la única vez que ha estado a punto de interpretar a un villano de DC

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Desgraciadamente, ‘Batman v Superman: El amanecer de la justicia’ se llevó palos por todas partes, la mayor parte de ellos inmerecidos. El montaje del director de la segunda película de Zack Snyder para DC es una fantástica película de superhéroes que quedó manchada por el «momento Martha» —a mi juicio mucho más lúcido de lo que se pretende vender— y, especialmente, por el casting de Lex Luthor, encarnado por un Jessie Eisenberg con un extra de excentricidad y pasadísimo de rosca.

Leo Luthor

Pero ojo, porque los caminos a la hora de seleccionar un intérprete para un rol concreto en una superproducción son inescrutables, y en el caso que nos ocupa Eisenberg no fue la única opción para el director. Pero ¿qué otro actor de primerísima línea estuvo en consideración por parte del estudio para dar vida al archienemigo del Hombre de acero? Snyder arrojó luz al respecto en el podcast Happy Sad Confused.

Durante la conversación, celebrada con motivo del estreno de ‘Rebel Moon (parte 2): La guerrera que deja marcas’, el bueno de Zack explicó cómo se barajaron los nombres de Adam Driver y Tom Hanks para interpretar al villano de su épica galáctica para Netflix, papel que terminó en manos de Ed Skrein. Pero ojo, porque hubo una tercera estrella sobre la mesa: un Leonardo DiCaprio que pudo haber formado parte del universo DC.

Snyder explicó que, además de estar a punto de calzarse la calva de Luthor, DiCaprio le dio una idea que más tarde ejecutó en ‘La Liga de la Justicia’.

«Creo que, al final, él estaba en plan ‘Ehm… no sé’. Pero fue muy inteligente con el material y con el personaje de muchas maneras. Creo que fue él quien me mencionó la idea de Superman luchando contra la Liga de la Justicia en algún momento. Pensé, ‘Oh, eso mola’. Es un tío al que le gustan los cómics. Pensé, ‘Voy a apuntar esto aquí'».

Esta no fue la primera vez que jugó con la idea de que Leo se uniese a una producción cinematográfica de la Distinguida Competencia. En 2023, el guionista David S. Goyer aseguró que en la premiere de ‘El caballero oscuro’, el mandamás de Warner Bros. le propuso con entusiasmo que el actor diese vida a uno de los bat-villanos más carismáticos: «Tienes que hacer a Enigma. Leo como Enigma. Tienes que decírselo a Chris. Leo es Enigma».

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Llega por fin a Max México el clásico reality de supertacaños tan extremos que no podrás dejar de mirar

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Los fans del reality y de los personajes pintorescos están de enhorabuena, porque a partir de hoy ‘Cuponmanía’ se une al catálogo de Max México. Hasta cuatro de las cinco temporadas ya están disponibles en toda su gloria consumista y estrafalaria.

Creado en 2011 para la cadena norteamericana TLC, el programa nos presenta a una serie de consumidores extremadamente preocupados por ahorrar en sus compras a la vez que tratan de comprar lo máximo que pueden. La solución: los cupones de supermercado. La llegada a TLC de este y su programa hermano ‘Tacaños extremos’ provocaron una auténtica sensación en la audiencia que desde entonces no se ha evaporado.

Quiero mi descuento

Y es que los extremos a los que llegan estos personajes en sus ansias por el ahorro es hilarante e insólita. El programa ha dejado atrás personalidades esperpénticas e historias de las de ver para creer. Como el caso de Cole, el joven de 17 años más preocupado por el ahorro que por su propia pareja, cuya obsesión por recolectar cupones acabó arrastrando a toda su familia y le hizo ser blanco de burlas en la escuela.

O también el de Angelique, una mujer embarazada que decide pasar el tiempo en el supermercado en vez de en casa reposando como le ordenó el doctor. Pero las náuseas que siente no son nada comparadas con la adrenalina de poder usar los cupones para comprar 20 bolsas grandes de Doritos por treinta céntimos. Acompañada de su hija y su marido, al menos se puede decir que pasan tiempo en familia.

Quien también decide pasar su tiempo familiar de forma cuestionable es Jeff, que se encarga de pasar una tradición de 75 años a su hijo Sam con tan solo ocho, inculcándole el valor del ahorro e incluso enseñándole matemáticas a través de los cupones. Tampoco está excesivamente contenta la familia de Erin, para quien el ahorro en carne no es suficiente, así que decide comprar una vaca entera que les pueda durar todo el año.

Y esto no es más que una pequeña muestra de todo lo que uno puede encontrar aquí. Más de 10 años desde su salida en antena, ‘Cuponmanía’ sigue irrumpiendo con fuerza en las listas de audiencia, para recordarnos que sin importar si somos un poco maniáticos, al menos no somos «esa persona».

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Civil War (2024), opinión – Una obra maestra sin paliativos, la película bélica que hubiese dirigido Stanley Kubrick en lugar de ‘La chaqueta metálica’ si hubiese nacido en los 70

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Existen las buenas películas, esas que te hacen salir de la sala de cine con una sensación general de satisfacción y que recomendar prácticamente sin peros a cualquier amante del medio; incluso podemos encontrar entre los estrenos anuales largometrajes que calificar con mayor vehemencia usando adjetivos como «magníficas» o «excelentes». Pero muy pocos títulos van un paso más allá —o varios— y merecen ser etiquetados como obras maestras.

Como con todo lo relacionado con el séptimo arte y nuestra recepción más o menos especializada de una cinta, no hay normas escritas sobre qué hace a una producción merecedora de este calificativo. No obstante, podríamos concluir que, además de trascender como referentes dentro de sus respectivos géneros, son un cúmulo de decisiones técnicas, artísticas y dramatúrgicas acertadas que crean una fusión perfecta entre forma, narrativa y discurso, haciendo que todos estos elementos remen en una misma dirección mientras se complementan entre ellos.

Con su extraordinaria ‘Civil War’, Alex Garland ha firmado su magnum opus particular, moldeando una ucronía bélica deslumbrante en todos y cada uno de sus aspectos que invita a pensar que Stanley Kubrick hubiese dirigido este largo, y no ‘La chaqueta metálica’, si hubiese nacido en los años 70. Una obra poderosa, escalofriante, lúcida e implacable que se postula para convertirse en una de las mejores de 2024 y en un nuevo referente del cine «de guerra» contemporáneo.

Contenido

La mirada «objetiva»

En pleno siglo XXI huelga subrayar el hecho de que cualquier creación artística no deja de ser una proyección del contexto sociopolítico y cultural en el que se gesta. El caso de ‘Civil War’ ejemplifica esta máxima a la perfección únicamente con su ácida premisa, en la que Estados Unidos se encuentra sumida en un conflicto armado fruto de la polarización en la esfera política y su proyección sobre la ciudadanía; un escenario tristemente familiar y no tan distópico como nos gustaría.

Un planteamiento tan delicado como este podría haberse abordado desde una perspectiva puramente reivindicativa en la que el componente ideológico hubiese terminado devorando el relato y adueñándose de él. No obstante, lo último de A24 se desmarca del sermón sin dejar de ser profundamente política ni caer en la equidistancia; algo que alcanza a golpe de sutileza, dando únicamente pinceladas sobre lo que acontece en el país de las barras y estrellas para ahorrarse exposición innecesaria y centrarse en generar las emociones más viscerales posibles.

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Pero, ¿cómo se consigue este punto de distanciamiento, potenciado por un cariz casi documental, orgánicamente? La solución que ha dado Garland a este reto es tremendamente inteligente, y pasa por convertir ‘Civil War’ en una oda al periodismo de guerra y a los profesionales del gremio; decisión que se ve reflejada en la narrativa, en la forma e, incluso, en el la gestión de los momentos más dramáticos, que huyen de exabruptos y abrazan una aspereza sobrecogedora.

Es sorprendente cómo el director de joyas como ‘Ex Machina’ o ‘Men’ —que seguiré defendiendo a capa y espada— logra implicar al público en la historia y con sus personajes mientras se esfuerza por que el relato permanezca con los pies en la tierra permanentemente, apostando por el realismo y la mirada «objetiva» y, a priori, neutra de los protagonistas sobre la guerra y —casi— todos los involucrados en él de forma activa o pasiva.

Para ellos, y esto se extiende al largometraje en sí, lo importante es el resultado final. Conseguir la toma perfecta, la imagen que ilustre a la perfección un momento determinante que ponga del revés el estómago del espectador o la frase que plasme mejor la situación que se está viviendo. A priori, no queda espacio para juicios morales, sensiblerías ni sobreexplicaciones, pero la crudeza de la guerra proyectada en la pantalla dice mucho más que todo eso por sí sola.

La forma como catalizador

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‘Civil War’, además de con sus personajes, perfectamente construidos y mejor interpretados, rinde tributo a la figura del reportero gráfico a través de su forma. El trabajo del propio Garland y del director de fotografía Rob Hardy es, una vez más, espléndido, y combina una aproximación hiperrealista en lo que a planificación y movimiento de cámara respecta mientras buscan encuadres que gritan «fotoperiodismo» a los cuatro vientos, apoyados por una relación de aspecto en 1.85:1 que refuerza el vínculo con la no-ficción y se acerca a las proporciones fotográficas clásicas.

He de confesar que llevaba mucho, pero que mucho tiempo sin sufrir tanto ni experimentar niveles de tensión tan altos en una sala de cine, hasta el punto de notar sudor brotando de las palmas de mis manos. El control del suspense de la que hace gala el realizador y la apuesta por inyectar veracidad a unas escenas de acción soberbias, que nos sitúan en medio la contienda con una cámara en primera línea de fuego y con un diseño de sonido en el que cada disparo hiela la sangre, terminan siendo la guinda en un pastel que se queda grabado a fuego en tu mente para acompañarte durante mucho tiempo después de su visionado; algo que sólo está al alcance de las verdaderas obras maestras.

‘Civil War’ y su road movie de Nueva York a Washington en clave bélica es una de las producciones más trascendentes del nuevo milenio. Un logro cinematográfico gigantesco que no debería quedar ensombrecido por controversias absurdas y paralelismos más que evidentes con la realidad, y que reivindicar como la cumbre de la carrera de un Alex Garland que, de cumplir su amenaza de abandonar la dirección de cine, habrá dado carpetazo a su trayectoria justo en su cúspide. Imprescindible.

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Por amor al arte: Nigel Van Wieck

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Nigel Van Wieck nació en
Bexley, Kentel, Reino Unido, en 1947.
Tras haber estudiado en Europa y conocer la obra de los grandes maestros, sus
estilo y estética, supo desarrollar la suya propia. Emigró a Estados Unidos en
1979, siendo influenciado por los realista norteamericanos contemporáneos. En
poco tiempo se convirtió en uno de ellos, trabajando prolíficamente  a lo
largo de más de tres décadas. Es imposible observar la pintura de Wieck y no
traer a la memoria la de Edward Hopper. La mayor parte de sus escenas
están tomadas de la vida real, en las que el artista parece comportarse
como “un voyeur”.

El artista habla así de su
trabajo: “Soy un narrador y el espectador es mi público, pero antes de
eso, mientras estoy sentado ante mi caballete, soy un miembro de la audiencia que
va a ser plasmada en la tela”.

Cuando Nigel prepara su
próxima obra, observa a sus posibles modelos en vivo, utiliza fotografias y
recortes, aunque como regla general su mejor fuente de inspiración es su
memoria, al respecto dice:
“La realidad es mucho mejor cuando se imagina.”

Fuentes:

http://www.nigelvanwieck.net/

https://www.instagram.com/nigelvanwieck/?hl=es

https://www.facebook.com/nigel.vanwieck

http://trianarts.com/nigel-van-wieck-realismo-melancolia-y-soledad/

http://aphelis.net/q-train-nigel-van-wieck/

Nota: La propiedad intelectual de las imágenes que aparecen en este blog
corresponde a sus autores y a quienes éstos las hayan cedido. El único objetivo
de este sitio es divulgar el conocimiento de estos pintores, a los que admiro,
y que otras personas disfruten contemplando sus obras.



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el actor planeaba su propia muerte para que sus hijos cobraran el seguro

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A estas alturas, todos conocemos a Giancarlo Esposito. Desde su primera aparición en ‘Breaking Bad’ como Gus Fring, todos nos enamoramos de él y del personaje. De hecho, desde entonces no ha parado en Hollywood, aprovechando para aparecer en todo lo que ha podido, desde ‘The Mandalorian’ a ‘The boys’ o el spin-off de ‘The Gentlemen‘. Y hay un motivo para esta sobredosis de Esposito: no quiere volver a ser tan pobre como antes de la serie que le lanzó a la fama.

¿Seguro que cobras el seguro?

Ha sido en el podcast ‘Jim & Sam’ de SiriusXM donde ha comentado que antes de enfrentarse a Walter White hubo una temporada donde consideró seriamente planear su propio asesinato para que sus hijos pudieran tener protección financiera cobrando del seguro de vida. Era 2008 y, un año después, la vida le dio un giro de 180 grados.

«Mi solución en mi cerebro era: ‘Eh, ¿cobras el seguro de vida si alguien se suicida? ¿Tendrán pan en la mesa?’. Mi mujer no tenía ni idea de por qué estaba preguntando estas cosas. Empecé a hacer planes. Si tenía a alguien que me matara, muerte por desgracia, mis hijos cobrarían el seguro. Tengo cuatro hijos. Quería que tuvieran una vida. Fue una época dura. Literalmente pensé en la auto-aniquilación si ellos podían sobrevivir. Así de bajo caí.»

Finalmente, por suerte, decidió no hacerlo porque «el dolor que les hubiera causado sería para toda la vida, y estaría extendiendo el trauma generacional del que quiero huir», declara el actor.

Cabe destacar que en 2008, Giancarlo Esposito dirigió su primera película, ‘Gospel hill’, que salió directamente en DVD, y vivía de papeles muy secundarios y papeles episódicos en televisión. Al final se puede decir que la metanfetamina cambió su vida para bien. No es una frase que se suela usar demasiado, la verdad.

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