Diseñar un museo es, muy probablemente, uno de los desafíos más grandes a los que puede enfrentarse un arquitecto. Si bien es cierto que muchas pinacotecas del mundo, como El Prado o El Louvre funcionan en las instalaciones de antiguos palacios de arquitectura clásica, también hay muchas edificaciones contemporáneas que se han convertido en íconos no solo por el valor artístico que albergan, sino por su propuesta de diseño.

El Centro Pompidou es un buen ejemplo de ello, edificio que se convirtió hace cuarenta años en la primera estructura de estilo High-Tech en París, pero a él se suman propuestas como el Museo de Arte de Sao Paulo (MASP), edificio diseñado por Lina Bo Bardi y que en la actualidad se caracteriza por ser la institución de esta categoría más icónica de Brasil.

La Fundación Louis Vuitton en París se caracteriza por su enorme belleza. Fue diseñado por Gehry Partners y su diseño se adapta a la tradición de las edificaciones de vidrio concebidas para los jardines del siglo XIX. El uso de este noble material fue perfecto, pues este museo crea un diálogo con el entorno natural que lo alberga.

La nueva sede del Museo Whitney diseñada por Renzo Piano ha causado una gran controversia entre los conocedores, que prefieren el trabajo que Marcel Breuer hizo en principio para este museo estadounidense, sede que en la actualidad alberga la colección de arte contemporáneo de Met. No obstante, el trabajo del arquitecto italiano tiene grandes aciertos arquitectónicos, por lo que se considera uno de los museos más bellos del mundo en la actualidad.

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